La pintura mural como evidencia de la observación minuciosa del cielo en Mesoamérica
El Conjunto del Arroyo en Mitla y el inicio del año zapoteca
La región zapoteca es muy rica en ejemplos que dan testimonio de la importancia que alcanzó la observación del cielo y de los consecuentes logros en la medición del tiempo.
Mitla, en el valle de Oaxaca, fue aparentemente un sitio de magníficas tumbas de la clase dirigente, y se caracteriza por sus suntuosos edificios, que conservan grandes mosaicos de piedra con llamativos diseños geométricos. La ciudad actual se construyó sobre el asentamiento prehispánico y cubrió algunos importantes edificios habitacionales que aún conservan pintura mural de estilo códice, de colores rojo y blanco.
En el lado suroeste de la ciudad se encuentra el llamado Conjunto del Arroyo, formado por tres patios cuadrangulares, en uno de los cuales el arqueólogo Eduard Seler, a fines del siglo XIX, registró pintura mural. Se trata de un patio definido por cuatro cuartos distribuidos en las direcciones cardinales y con tres vanos de acceso cada uno.
Según ese estudioso, los dinteles norte y oriente estuvieron pintados con escenas de contenido ritual que evocaban un culto al dios solar. Él considera que el lado norte de cada patio fue el principal. En el dintel del cuarto norte se pueden reconocer escenas de clara significación astronómica. Aunque en la actualidad la pintura está casi desaparecida, Seler realizó un dibujo que nos permite saber que ahí se pintó un disco solar, probablemente con un personaje en su interior, enmarcado en lo que podrían ser dos templos o los muros escalonados que forman una cancha de juego de pelota.
A cada lado del Sol surgen dos cuerdas que son sostenidas por sendos personajes; uno de ellos desciende de un cielo estrellado y muestra su pie izquierdo sumergido en el cielo. La banda celeste se plasmó como una sucesión de cabezas descendentes con dos manos, resplandores luminosos y rayos triangulares intercalados.
El otro personaje tiene un cuerpo que semeja un cuchillo de pedernal. Adherido a la cuerda aparece el glifo de Venus y varias estrellas como ojos estelares. Esta escena, en un fondo oscuro, transcurre en apariencia sobre el lomo de un felino que apenas es reconocible. A la derecha el mural continuaba con una escena bajo un cielo nocturno con un escorpión, otro glifo de Venus y varias estrellas.
Tomando en cuenta la disposición de la escena plasmada en el lado norte del conjunto, está claro que nunca podría ser iluminado directamente por el Sol, pues la visión es hacia el sur. No obstante, sí hay una posibilidad de que los rayos solares incidan sobre el mural. En efecto, hemos medido la orientación del dintel que corre de oriente a poniente.
Considerando la altura angular en esa línea de visión, obtuvimos que el 25 de febrero y el 17 de octubre, al surgir el Sol en la mañana, los rayos solares iluminan lateralmente, en forma rasante, al Sol pintado. La importancia de las fechas señaladas se deriva del hecho que ambas se encuentran separadas por 65 días, es decir, 5 trecenas, del día del solsticio de invierno. En la cultura zapoteca esas fechas tienen una trascendencia fundamental.
Imagen: Conjunto del Arroyo. Mitla, Oaxaca. Foto: Jesús Galindo.
Jesús Galindo Trejo. Licenciado en física y matemáticas por el IPN. Doctor en astrofísica por la Universidad del Ruhr Bochum, Alemania. Investigador en el Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. Miembro del SNI. Participa en el proyecto “La pintura mural prehispánica en México” desde 1990.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Galindo Trejo, Jesús, “La pintura mural como evidencia de la observación minuciosa del cielo en Mesoamérica”, Arqueología Mexicana, núm. 177, pp. 66-71.