El juego de pelota en Jalisco

Christopher S. Beekman, Verenice Y. Heredia Espinoza

Viejas y nuevas interpretaciones

Los juegos de pelota del Preclásico Tardío al Clásico Temprano en Jalisco no tienen adornos como inscripciones o esculturas, por lo que nos apoyamos principalmente en las características arquitectónicas y su distribución para entender su función en la cultura Teuchitlán. En su estudio, Shina DuVall (2007) encontró que los juegos de pelota no tuvieron ninguna orientación astronómica, lo que lleva a considerar otras posibilidades. Cuando sus orientaciones se dibujan sobre un mapa de los valles surgen otros patrones. Un grupo de canchas situadas entre los pueblos actuales de Tequila y Amatitán comparten orientaciones semejantes, que parecen converger en un solo lugar, posiblemente en Los Guachimontones. Entonces, es más probable que los juegos de pelota estén orientados hacia una variedad de elementos fijos en el paisaje (montañas, manantiales, sitios importantes), y no hacia fenómenos astronómicos como solsticios. Los arquitectos buscaban tal vez enfatizar conexiones con la montaña sagrada de la cosmología mesoamericana. Numerosos juegos de pelota están vinculados a los templos circulares, de manera que apuntan a la pirámide central circular que simboliza la montaña sagrada y el centro simbólico del cosmos (Beekman, 2003, 2016). Otros factores también pudieron estar involucrados. Varios de los sitios en los márgenes de los valles de Tequila tienen dos juegos de pelota y parecen hallarse orientados perpendicularmente uno de otro.

El juego de pelota también se ha interpretado en términos sociopolíticos en lugar de ideológicos. Actualmente, los equipos de deporte son importantes para desarrollar un sentimiento de identidad comunitaria que oscurece u opaca otras diferencias sociales como la etnicidad o la clase social. Por ejemplo, Fox (1996) propuso que el juego de pelota fue importante para negociar conflictos entre grupos de distinto origen en comunidades sedentarias tempranas. En lugar de entrar en guerra, distintos grupos sociales se enfrentaron en juegos de pelota y resolvieron sus conflictos de mejor manera. Por otro lado, Gillespie (1991) propuso que el juego de pelota formalizó las divisiones sociales y mantuvo el statu quo. Ambas interpretaciones son probablemente correctas en distintos casos.

Imagen: Izquierda: Las figurillas masculinas de El Opeño, Michoacán, que representan jugadores de pelota tienen elementos protectores y cascos; las femeninas sólo llevan cascos. Museo Nacional de Antropología. Foto: Oliver Santana / Raíces. Derecha: En las fases Tequila II y Tequila III, los jugadores se identifican por sostener una pelota; si la escala de las figuras es cierta, quizá las pelotas midieron entre 10 y 20 cm de diámetro. Figura efigie hueca estilo Ameca-Etzatlán, centro de Jalisco. Foto: Cortesía de la Colección Andrall y Joanne Pearson, 2005. Metropolitan Museum Of Art (2005.91.1.).

 

Christopher S. Beekman. Arqueólogo y profesor asociado de la Universidad de Colorado Denver. Codirector del Proyecto Arqueológico de la Ex Laguna de Magdalena.

Verenice Y. Heredia Espinoza. Arqueóloga, profesora-investigadora del Centro de Estudios Arqueológicos de El Colegio de Michoacán. Directora del Proyecto Arqueológico Teuchitlán (PAT) y codirectora del Proyecto Arqueológico de la Ex Laguna de Magdalena.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Beekman, Christopher S., Verenice Y. Heredia Espinoza, “Los juegos de pelota de Jalisco  ¿Competencia o integración?”, Arqueología Mexicana, núm. 146, pp. 64-69.

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