Los juegos de pelota de Atzompa se caracterizan por su fina arquitectura. Los muros de bloques de piedra careada, recortados con gran precisión y talla impecable, son ejemplo de una habilidad constructiva excepcional. Se puede decir que los juegos de pelota tuvieron una planeación previa debido a que los constructores contaban con la experiencia de lo que se hizo en Monte Albán.
El Juego de Pelota I tiene una ubicación estratégica, pues se encuentra en el acceso natural a las plazas de los niveles superiores. Se localiza en la terraza intermedia entre la Casa de Oriente y la Casa de los Altares, unidades palaciegas de gran importancia.
En relación con su ubicación, hemos encontrado una lógica entre la distribución de las terrazas –con las diferentes plazas– y la cosmovisión mesoamericana (López Austin, 1996). El Juego de Pelota I estaría asociado al inframundo y ligado a una escalera que lleva al nivel intermedio del conjunto monumental, que en la cosmovisión sería el nivel del hombre, es decir la Tierra. La escalera que conduce de la Plaza C a la Plaza Principal constituye un trayecto que puede interpretarse como el paso ritual del inframundo al cosmos, es decir, del Juego de Pelota I a la Plaza Principal, que se encuentra 16 m más alta que aquél.
Se trata del juego de pelota más grande y de mayor profundidad de Atzompa y se encuentra directamente relacionado con la unidad habitacional 3, ubicada al sur. Tiene una orientación de norte a sur y una longitud de 44 m. Se compone de cinco partes: dos cabezales con nichos, como en el Juego de Pelota de Monte Albán, dos paramentos con sus respectivas banquetas y el área de la “cancha”, que vista desde arriba asemeja una I. Los cabezales dispuestos hacia los extremos de la cancha tienen más de 20 m de largo en dirección este-oeste. En ambos cabezales se encuentran las escaleras que dan acceso a la cancha.
En el muro del cabezal norte se puede ver un afloramiento de roca madre que en su momento probablemente fuera parte de un área de explotación de piedra. Al construirse la cancha quedó integrado al relleno del muro del cabezal. En ese sector también se encuentra una gran roca de la que se estaban desprendiendo lajas, lo que hace suponer que este edificio se encontraba en un proceso de mantenimiento cuando ocurrió el abandono de Atzompa.
Tomado de Jaime Alberto Vera Estrada, Eduardo García Wigueras Ibarra, “Juegos de pelota de Atzompa”, Arqueología Mexicana núm. 126, pp. 40 - 43.