El Manuscrito del Aperreamiento. Castigos abominables

Lori Boornazian Diel

El Manuscrito del aperreamiento documenta la violenta ejecución de un prominente sacerdote y seis nobles de Cholula, atacados por un perro. Hernán Cortés ordenó tan brutal castigo; el que fuese perpetrado en la persona de un importante sacerdote muestra el papel clave de Cholula, en las esferas religiosa y política, durante los años previos a la conquista.

 

El Manuscrito del aperreamiento nos proporciona una lúgubre imagen del México de los años inmediatamente posteriores a la conquista. El Manuscrito, resguardado actualmente en la Biblioteca Nacional de Francia, fue pintado sobre una sola hoja de papel europeo en 1560, si bien los acontecimientos que muestra sucedieron en 1523. En el centro de la imagen se observa a un sacerdote atado mientras lo ataca y mata un perro, que es controlado por un español mediante una cadena. A la derecha de la imagen, otros seis señores, encadenados uno al otro, esperan su turno para ser “aperreados”. En la parte superior vemos a Hernán Cortés parado junto a doña Marina, su traductora. Cortés eleva la mano mientras dice algo; Marina lleva un rosario en la mano y, juntos, intentan convertir a los indígenas. A juzgar por su condición y castigo inminente, los hombres parecen haber rechazado sus arengas. El primer prisionero, además, porta una espada europea, lo cual hace suponer que se rebeló abiertamente contra el mensaje evangelizador de Cortés.

Las víctimas de tan violenta ejecución son señores de Cholula; en la anotación alfabética en náhuatl de la orilla derecha se les identifica como tecuhtli o señores de San Pablo, San Andrés y Santa María, tres pueblos comprendidos por la ciudad-Estado de Cholula. La víctima principal es tlal chiachteotzin. Dos sumos sacerdotes regían Cholula cuando llegaron los españoles, uno de ellos era el tlálchiach. El sufijo que se añade al título en el Manuscrito confirma un estatus sagrado y gran reverencia hacia este sacerdote, pues teo-tl significa dios o sagrado y -tzin denota reverencia. 

Cholula fue sede del culto a Quetzalcóatl, y el tlálchiach era uno de los que encabezaba dicho culto (Rojas 1927, pp. 160-161). Más aún, Cholula fue considerado a lo largo de su historia un espacio sagrado, como indica el nombre completo de la ciudad-estado, Tollan Cholollan. En Mesoamérica la palabra tollan se usó para indicar metafóricamente la cualidad sagrada y grandiosa de una ciudad. El carácter sagrado de Cholula se dejó sentir incluso fuera de sus fronteras, ya que sus templos –dedicados a multitud de dioses– fueron destino de importantes peregrinaciones y los historiadores y misioneros españoles la compararon con la antigua Roma y la Meca. Resulta, pues, que la víctima principal del aperreamiento, representada en el Manuscrito, era uno de los grandes sacerdotes de Cholula, una de las ciudades más sagradas del Altiplano de México.

 

Boornazian Diel, Lori, “El Manuscrito del Aperreamiento. Castigos abominables”, Arqueología Mexicana núm. 115, pp. 66-70.

 

 Lori Boornazian Diel. Doctora en estudios latinoamericanos por la Universidad de Tulane y profesora asociada de historia del arte en la Universidad Cristiana de Texas, sede Fort Worth.

 

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