El nombre del ámbar

Francisco Riquelme

El término apozonalli tiene su origen semántico en las raíces náhuatl atl, “agua”, y pozonalli, “burbuja”; los antiguos mexicanos consideraban que el ámbar era una “burbuja de mar”. De acuerdo al Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana de fray Alonso de Molina, del siglo XVI, el nombre vernáculo asociado al ámbar es “espuma de agua”. Por su lado, fray Alonso Urbano en su Arte breve de la lengua otomí y vocabulario trilingüe, ca. 1605, menciona que la palabra otomí para ámbar es nophuandehe, “espuma de agua”.

En la farmacopea Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis, escrita por el médico nahua Martín de la Cruz (ca. 1552), y traducido al latín por el xochimilca Juan Badiano, se describe parcamente un brebaje para curar los dolores y bochornos del corazón, mezclando, entre otras cosas: ámbar, corazón quemado de venado y agua; en el tratamiento de un trastorno mental como la micropsiquia o miedo, se recomienda beber una poción preparada con “espuma de mar” (ámbar), sangre de zorra y zorruela, sangre y excremento de gusano, laurel y excremento de golondrina molido, entre otros divertidos ingredientes.

Los adornos colgantes más antiguos en Mesoamérica proceden del Preclásico Medio (800-400 a.C.) del sitio arqueológico de La Venta, Tabasco, habitado por grupos olmecas. Sin embargo, pendientes, cuentas de collares, pulseras, bezotes, orejeras de carrete y narigueras discoidales son más frecuentes en asentamientos asociados al Posclásico (900-1521 d.C.) de la Cuenca de México, Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco y Yucatán.

Los mayas de las Tierras Bajas usaban una radiante nariguera a la que llamaban mat, que el padre Diego de Landa identificaba como una cuenta de ámbar. En el Diccionario maya Cordemex aparece el significado de los términos maat (“ámbar puro”, “cridario solito oriental”) y sulimat (“ámbar puro”, “piedra cristalina amarilla”). En el llamado Bocabulario de Maya Than o Diccionario de Viena aparece el vocablo compuesto mat[t]un, mat: ámbar, tun: piedra preciosa. En sus crónicas sobre la península de Yucatán, Sánchez de Aguilar (ca. 1615) y fray Diego López de Cogolludo (1688) mencionan el hallazgo de ámbar en las isletas de las costas de Bacalar y en las playas de Bahía de la Ascensión.

Imagen: Izquierda: Pectoral con un sapo; es de jadeíta y tiene incrustada una pieza de ámbar. Procede de la región maya. Museo Nacional de Antropología. Foto: Jorge Pérez de Lara / Raíces. Derecha: Collar con 29 cuentas y colgante con cabeza de pato de ámbar. Tumba 7, Monte Albán Oaxaca. Museo de las Culturas de Oaxaca. Foto: Oliver Santana / Raíces.

 

Francisco Riquelme. Paleontólogo. Candidato a doctor en ciencias biológicas (UNAM). Se especializa en paleontología molecular y arqueometría.

Riquelme, Francisco, “Ámbar. La vida inmóvil”, Arqueología Mexicana, núm. 115, pp. 82-87.

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