Beatriz Braniff C.
Zona de frontera entre Mesoamérica y lo que los españoles llamaron la Gran Chichimeca, Guanajuato fue escenario del desarrollo en distintos momentos de sociedades nómadas de cazadores-recolectores, los llamados chichimecas, y de sociedades agrícolas. Los grupos de la región, además de dar lugar a importantes expresiones locales, influyeron en el surgimiento de la gran ciudad de Tula.
En el siglo XVI, la bien conocida área cultural de Mesoamérica, en su mayor parte bajo el control del imperio mexica, se extendía al norte hasta el río Lerma; el “Occidente”, dominado por el imperio tarasco, tenía como límite norteño hacia el poniente ese mismo río.
Es evidente que en esos tiempos, Guanajuato no pertenecía a ninguna de esas dos regiones culturales, al igual que otros territorios vecinos y los situados más al norte, como Aguascalientes, Zacatecas, el altiplano potosino, Coahuila, Sonora, Chihuahua, Arizona y Nuevo México. Todos conformaron en su momento la región septentrional del México prehispánico, y posteriormente fueron territorios de la Nueva España y del México independiente hasta 1850.
En el siglo XVI, todos esos territorios norteños eran parte de lo que los mexicas llamaban la Chichimecatlalli (tierra de los chichimecas) y los españoles la Gran Chichimeca, habitada tanto por grupos nómadas como por grupos de agricultores sedentarios. Sin embargo, debido a que los españoles, en su primer intento por dominar los territorios al norte del imperio mexica, se encontraron con gente nómada, ha persistido la confusión de considerar a los chichimecas sólo como gente sin agricultura. Pero pronto los mismos españoles llegaron a las regiones del noroeste (Chihuahua, Sonora, Nuevo México y Cíbola), donde se encontraron con grupos que vivían en los grandes Pueblos mantenidos por una agricultura eficaz.
El río Lerma: una frontera ecológica
En cierta medida, el río Lerma también es una frontera ecológica, pues si bien al sur la lluvia es suficiente para una agricultura segura que permite el desarrollo de los pueblos sedentarios, hacia el norte generalmente es escasa y las poblaciones sedentarias debieron crear ingeniosos sistemas para cuidar el agua de la lluvia para el cultivo. Nuestra Gran Chichimeca y por supuesto Guanajuato estuvieron siempre amenazados por la sequía y debieron adecuarse a una vida nómada dependiente de la caza y la recolección en tiempos de mayor aridez, y en los buenos tiempos a una sedentaria, asociada a una agricultura siempre en riesgo.
En un extraordinario mapa de finales del siglo XVI se muestra al oriente la región de San Miguel de Allende y las pocas casas que por entonces se edificaron. De ahí partía el camino hacia Bocas de Ojuelos y Zacatecas, al poniente, por el que se transportaban los bastimentos para los mineros, resguardados siempre por soldados bien armados, pues por todas partes aparecían forajidos y nómadas chichimecas conocidos como guamares, quienes con arco y flecha cazaban al ganado, robaban bienes y amenazaban a los españoles, quienes pronto decidieron dominarlos y acabarlos “a sangre y fuego”.
Braniff C., Beatriz, “Guanajuato en la historia”, Arqueología Mexicana núm. 92, pp. 28-35.
• Beatriz Braniff C. Arqueóloga. Dirección de Etnohistoria, INAH. Interesada en el Norte de México y la Gran Chichimeca, así como en las conexiones entre el noroeste y el Occidente de México.
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