Guardianes de la tradición

Enrique Vela

La vejez

Los hombres y mujeres que llegaban a una edad avanzada no dejaban de tener un papel en la vida de la comunidad.

Las familias los mantenían con ellos no sólo por mero afecto filial, sino porque podían colaborar en la medida de sus posibilidades en las actividades productivas. Tras una vida de afanes, a los viejos se les permitían ciertos comportamientos que estaban vedados para el resto del grupo, el más notorio: el permiso para ingerir pulque a discreción en las fiestas. Los viejos y viejas eran vistos, merced a su gran experiencia, como modelos de conducta y como guardianes de las tradiciones. Su participación en los ritos de paso era destacada, y con frecuencia eran ellos quienes pronunciaban los discursos; en la vida diaria podían aconsejar, prevenir y amonestar a los más jóvenes.

El viejo es cano. Tiene la carne dura. Es antiguo de muchos días. Es esperto. Ha experimentado muchas cosas. Ganó muchas cosas por sus trabajos. El buen viejo tiene fama y honra. Es persona de buenos consejos y castigos. Cuenta las cosas antiguas, persona de buen exemplo. El mal viejo finge mentiras. Es mentiroso, borracho y ladrón. Es caduco, fanfarrón. Es tocho. Miente, finge.

Sahagún, 2000, t. II, p. 865

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

Vela, Enrique, “La vejez”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 75, pp. 58.