Historia de las guerras floridas

Ross Hassig

El sacrificio y las guerras floridas

La primera guerra florida de la que tenemos noticia, y la mejor documentada, se libró contra Chalco y su duración fue de ocho décadas. Empezó con una serie de enfrentamientos intermitentes entre nobles de los dos bandos, aunque ninguno de ellos pretendía causar bajas al contrincante, pues la lucha era cuerpo a cuerpo. Aquellos que eran capturados eran liberados posteriormente en lugar de ser sacrificados. Cuando se reanudó la guerra, 40 años más tarde, los nobles aún peleaban cuerpo a cuerpo, pero comenzó a haber muertos en batalla y sacrificio de prisioneros. En las fases finales de la guerra (de 1440 hasta 1460) también participaba el pueblo y se usaban arcos y flechas; la muerte sin distinción de ninguna clase fue complementando, y a la larga acabó desplazando, las demostraciones de arrojo personal. Entre 1444 y 1465 las ciudades de los alrededores fueron conquistadas y, poco a poco, los aztecas subyugaron a todos los pueblos chalcas. Aunque fue considerada en todo momento una guerra florida, sólo fue un evento ritualizado en sus fases tempranas, como se ve en el caso de Chalco. Lo señalado por Moctezuma sobre la guerra con Tlaxcala se refería a esas fases tempranas. La pregunta es, entonces, ¿por qué tan pocos enemigos se involucraban en las guerras floridas, si tantos otros eran plenamente conquistados?

Los aztecas conquistaron casi todas las ciudades, aunque no pretendían abarcar un territorio más grande ni tener control directo sobre los conquistados. Lo que realmente deseaban era el tributo, por lo que –a fin de que tributaran al imperio– gobiernos y provincias se conservaban intactos. Los gobernantes de los pueblos tributarios se sometían, pues creían –con razón– que si dejaban de cumplir estas condiciones serían conquistados nuevamente. Cualquier cosa que pusiera en entredicho la superioridad militar de los aztecas podría llevar a la rebelión, a la pérdida del tributo y a una oleada de revueltas que costaría mucho revertir; los enemigos poderosos e invictos representaban tal amenaza.

Traducción: Elisa Ramírez

 

Ross Hassig. Doctor por la Universidad de Stanford. Se ha especializado en cultura azteca y etnohistoria colonial de México. Ha publicado, entre otros títulos, Aztec Warfare: Imperial Expansion and Political Control (1988), War and Society in Ancient Mesoamerica (1992) y México and the Spanish Conquest (1994).

Hassig, Ross, “El sacrificio y las guerras floridas”, Arqueología Mexicana, núm. 63, pp. 46-51.

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El sacrificio humano