La navegación lacustre. Un rasgo cultural primordial de los mexicas
Acondicionamiento general del entorno
Los mexicas pronto acondicionaron el entorno para su propio bienestar y para fortalecer su poder. Los grandes trabajos hidráulicos realizados por ellos y sus vecinos en los lagos de la Cuenca de México cumplieron diferentes objetivos. El primero de ellos, bien documentado, fue obviamente ganar terreno a las aguas por medio del ingenioso sistema de chinampas y canales, extensiones físicas artificiales de las islas preexistentes. Como es bien conocido, las chinampas son una invención que se debe probablemente a los habitantes de los lagos de Xochimilco y Chalco, en el sur de la Cuenca de México, y estuvo destinada originalmente a la agricultura intensiva (Armillas, 1971). No se necesita aquí insistir sobre este aspecto, salvo para recordar que de acuerdo con el Plano de Papel de Maguey, las chinampas de Tenochtitlan no sólo cumplieron la función de área de cultivo, sino también de zona residencial, lo que implica el control de la humedad de los suelos.
El segundo objetivo de la ingeniería mexica consistió en el control de las desastrosas fluctuaciones del nivel de las aguas lacustres mediante la construcción de canales, diques e incluso acueductos, todas obras que también contribuyeron a disminuir la salinidad que las caracterizaba. Dichas modificaciones del entorno funcionaron en forma complementaria y requirieron de un mantenimiento cotidiano que implicaba el uso de embarcaciones y de grandes contingentes humanos bien organizados.
Los canales de la isla de Tenochtitlan, que le valieron su apodo de Venecia del Nuevo Mundo, surcaban toda la mancha urbana, estructurando el asentamiento y permitiendo una ágil comunicación en el interior y hacia el exterior de la ciudad. Gracias al historiador Edward Calnek y al arquitecto Jorge González Aragón sabemos que existían dos tipos de canales: los medianos, rutas laberínticas que podían medir hasta 2 m de ancho, y los principales, orientados en sentido este-oeste y que tenían entre 3 y 5 m de ancho.
Imagen: Arriba: Luis Covarrubias, La isla de Tenochtitlan-Tlatelolco en el siglo XVI. Museo Nacional de Antropología. Foto: Agustín Uzárraga / Raíces. Abajo a la izquierda: Estas dos canoas miniatura y sus instrumentos de propulsión fueron descubiertos en el templo dedicado a Tláloc del Templo Mayor de Tenochtitlan. Ofrenda 41. Museo del Templo Mayor. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces. Abajo a la derecha: Esta canoa es la única prueba arqueológica de la existencia de estas embarcaciones y fue descubierta en la ciudad de México en 1959, en la calzada de Tlalpan y la calle Emiliano Zapata. Mide 5 m de largo por 61 cm de ancho y podía trasportar una tonelada de peso, aproximadamente. Museo Nacional de Antropología. Foto: Oliver Santana / Raíces.
Alexandra Bihar. Maestra y candidata al doctorado en arqueología precolombina por la Universidad de Paris 1 Panthéon-Sorbonne. Se interesa por la navegación y las instalaciones lacustres en el Altiplano Central de México en el Posclásico,
Bihar, Alexandra, “La navegación lacustre. Un rasgo cultural primordial de los mexicas”, Arqueología Mexicana, núm. 115, pp. 18-23.
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