En México, las especies de codornices –alrededor de diez– son muy diferentes entre sí, según la región en que habiten, y entre ellas se encuentran: la arlequín mexicana (Cyrtonyx montezumae), la arlequín centroamericana (Cyrtonyx ocellatus), la norteña (Colinus virginianus), la yucateca (Colinus nigrularis), la cresti- blanca (Callipepla squamata), la desértica (Callipepla gambelii) y la californiana (Callipepla californica).
Al igual que las europeas, las codornices mexicanas pertenecen a la familia de los faisánidos (del orden de las galliformes) y tienen en común todas ellas un cuerpo rechoncho, generalmente moteado o barrado, patas robustas y cabeza pequeña rematada por un fuerte pico cónico apropiado para su alimentación, basada en granos e insectos tomados del suelo que recorren caminando y rascando; es también común cierto dimorfismo sexual. Hacen sus nidos en el suelo y puestas generalmente de ocho a catorce huevos, aunque puede haber más o menos.
La más conocida de las codornices americanas es la Colinus virginianus, habitante de los terrenos con zacates o arbustos de casi todo el país. En algunas regiones se les conoce en español por el nombre de cuiche; en náhuatl se llama cuatzonezollin (“codorniz de copetillo enmarañado”) o simplemente zollin, “codorniz”.
Zollin y cuatzonezollin cuadran tanto a Colinus virginianus cuanto a Callipepla squamata y el nombre descriptivo tal vez le quede mejor a ésta, pues su copetillo nucal de plumas blanquecinas se prolonga hacia atrás. Vive en todo el altiplano seco, desde Tamaulipas al Distrito Federal, siempre que no encuentre terreno abierto, con zacates o matorrales aislados. También habita en zonas altas, pero prefiere el bosque abierto de pinos o de pinos y encinos, una avecilla de 22 cm cuyo macho está dibujado con tal exactitud en algunos códices que su identificación con Cyrtonyx ocellatus no deja la menor duda. Se representa, en efecto, el complicado ornamento cefálico: gris el centro de la cabeza desde la frente a la coronilla, separado por un filete negro de los lados de la cara, que son blancos salvo una mancha malar gris, negro el centro de la garganta, bordeado a ambos lados de una ancha banda blanca; lleva un fino collar negro, tiene el pecho castaño y el vientre negro mientras sus partes superiores son grises con jaspeados café oscuro y salpicaduras blancas. El dueño de esa librea y de tan elegante cabeza se llama en náhuatl tecuhzollin (“señor codorniz”) y su hembra, mucho menos vistosa, lleva el nombre de ohuaton (literalmente “cañuela de maíz”). Muy similar en tamaño y aspecto, aunque su dibujo muestre diferencias de detalle, es la codorniz pinta o codorniz de Moctezuma (Cyrtonyx montezumae); al parecer llevaba los mismos nombres que la anterior.
Tomado de Leonardo Manrique y Jimena Manrique, Flora y fauna mexicana. Panorama actual, Editorial Everest, México, 1998, pp. 181-183.
Tomado de Patricia Sierra Longega, “La codorniz. Animal mítico”, Arqueología Mexicana 81, pp. 18-23.
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