En el sureste de México existen varios tipos de abejas que fueron domesticadas por los mayas, quizá desde el periodo Preclásico. Estos insectos (Melipoma domestica, M. Beckeii, M. fulvipes y Trigona sp) construyen sus nidos en troncos huecos, y desde tiempos remotos los mayas aprendieron a extraer la miel y la cera. Conforme se avanzó en la explotación de las colmenas silvestres, se buscaron formas y métodos para transportarlas hasta la cercanía de las casas o motivar a las abejas para que hicieran sus nidos junto a las aldeas. Haya sido de una manera o de otra, la apicultura y la explotación de sus productos se desarrollaron enormemente, de ahí que en el Posclásico fueran actividades de gran valor económico.
La miel y la cera eran exportadas a diversas regiones de Mesoamérica y se empleaban en guisos, para elaborar bebidas (algunas fermentadas), para hacer moldes y, en el caso de la cera, para quemarla en ceremonias, junto con el copal. El nivel de desarrollo que alcanzó la apicultura fue tal que los mayas conocían la manera en que variaba el sabor de la miel en función del tipo de flor aprovechada, y la forma en que estos insectos se orientaban.
Tomado de Raúl Valadez Azúa, “Los animales domésticos”, Arqueología Mexicana núm. 35, pp. 32 - 39.