La fundación de México-Tenochtitlan. Consideraciones “crono-lógicas”

Patrick Johansson K.

La fecha 2 casa, 1325 en la cronología cristiana, ha sido considerada como la fecha fundacional de México-Tenochtitlan en las fuentes del siglo XVI y nunca ha sido cuestionada. Sin embargo, si consideramos tanto los esquemas narrativos mitológicos como la cronología mítico-histórica, esta fecha parece corresponder a la hierofanía lunar del tunal sin el águila solar.

 

La entronización del primer gobernante de México-Tenochtitlan y los fundamentos del régimen sedentario correspondiente, fueron el resultado de una gesta mítico-histórica que se inició en Aztlan y culminó con la aparición prodigiosa de un tunal sobre el cual se posó un águila. Enraizado en el fondo lodoso del lago, el tunal se arraiga también en una historia remota, en un linaje antiguo. El águila sobre el tunal, axis mundi del universo mexica, cuya imagen fue grabada en piedra, pintada en libros pictográficos, y ha figurado en el centro del lábaro patrio desde Iturbide hasta nuestros días, es emblemático de la nación mexicana. En el curso de la historia, la imagen adquirió un significado alegórico como escudo nacional (con la atribución de nuevos significados) perdiendo asimismo una parte sustancial de su simbología.

Antes de que se “fosilizara” como alegoría, la imagen expresaba, sobre un eje vertical, una relación compleja entre un tunal telúrico-nocturno y un águila ígnea-solar (además de la serpiente que se menciona y pinta en algunas fuentes), relación “edificante” en términos fundacionales. Ahora bien, este binomio y la movilidad mitológica de la relación que vincula sus entes constitutivos, parecen haber sido percibidos como una unidad indivisa en la mayoría de las fuentes verbales y pictográficas que refieren el acontecimiento. Sin embargo, un análisis minucioso de dichas fuentes (y de otras) sugiere que la hierofanía del tunal no coincidió con el descenso también hierofánico del águila, y que una distinción “crono-lógica” entre dos momentos sea imprescindible para una justa apreciación del portento y de las peripecias fundacionales que lo enmarcan.

 

El águila sobre el tunal

Como lo expresan las fuentes orales y pictográficas indígenas, así como las crónicas manuscritas redactadas por indígenas o españoles, el prodigio que consagró la fundación de México-Tenochtitlan fue el portento, proféticamente anunciado por Huitzilopochtli, de un águila posada sobre un tunal. Dicho suceso fundacional se produjo, según la glosa alfabética correspondiente a la primera lámina del Códice Mendocino, “el año de mil trescientos y veinte y cuatro años después de la venida de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (f. 1), es decir el año 1 técpatl, “1 pedernal”, de la cuenta indígena. Otras fuentes, como la Crónica Mexicayotl (p. 69), aducen el año 1325 (2 calli, “2 casa”) como fecha fundacional. De hecho, ambas fechas remiten a lo mismo: constituyen un binomio calendárico, una verdadera bisagra cardino-temporal mediante la cual se articulan los acontecimientos referidos. En cambio, el Códice Aubin, si bien describe el fenómeno en los mismos términos (con el detalle suplementario de una ilustración en la que se observa al águila con una serpiente en el pico), lo sitúa en los años 1 ácatl/2 técpatl, “1 caña/1 pedernal”, fechas distintas en términos simbológicos y cronológicos, las cuales corresponden a los años 1363/1364 del calendario cristiano. Ahora bien, cualesquiera que sean las fechas atribuidas al portento, el hecho de que el águila “hiciera su morada” sobre el tunal indica que los mexicas ya habían encontrado el lugar de su asentamiento definitivo, lugar donde se manifestaba la unión entrañable de la tierra y el cielo, del agua y el fuego, de la Luna y el Sol, y donde, en última instancia, el Sol habría de imperar. Las variantes que representan la misma imagen con un hormiguero (azcapotzalli) al pie del tunal, una serpiente en el pico del águila, o pequeñas aves en sus garras refuerzan las polaridades simbólicas antes mencionadas.

 

1 técpatl/2 calli (1324/1325). En el comienzo era el tunal...

Si bien el tunal y el águila figuran de manera simultánea en el emblema fundacional, la aparición del cacto antecedió, lógica y mitológicamente, el descenso del rapaz. En el comienzo era el tunal…, podríamos decir parafraseando un conocido versículo bíblico. En efecto, cabe la posibilidad de que la hierofanía del primero hubiese sido fundacional por sí sola, sin que un águila tuviera que posarse en él. Es factible también que el descenso del águila fuera la segunda secuencia de una fundación en dos tiempos. Asimismo, podría haber sido el resultado de una restructuración posterior del mito para que correspondiera a determinismos históricos distintos, cuando los mexicas y su águila solar dominaban ya el área. Cualquiera que sea el caso, el tunal es primero y es preciso por tanto recordar cómo se gestó en un contexto mítico.

 

El corazón sacrificado de Cópil

La semilla mitológica del tunal la constituye el corazón de Cópil, el hijo de Malinalxóchitl, hermana de Huitzilopochtli y personificación de la Luna. En una de las variantes de la Peregrinación contenida en la Crónica Mexicayotl (p. 41), Huitzilopochtli aprovecha el sueño de su hermana para abandonarla en Malinalco. Este agravio suscita la ira de su hijo Cópil, quien decide matar a su tío y así vengar a su madre. Según esta misma fuente, Huitzilopochtli derrota a su sobrino, lo decapita y le extrae el corazón. La cabeza cercenada es colocada en el monte Tepetzinco. En cuanto al corazón, el ayo del dios, Cuauhtlequetzqui, lo lleva corriendo hacia un lugar del lago donde está la piedra en la que Quetzalcóatl se sentó en su viaje a Tlillan, Tlapallan. Allí se yergue sobre la piedra y arroja con violencia el corazón de Cópil en el agua, entre juncos y carrizos. Del corazón sacrificado de Cópil brotará el tunal, tenochtli, axis mundi del futuro asentamiento mexica. En términos iconográficos, es interesante observar que la piedra del tunal con su veta central tiene la forma de dos corazones, lo que recuerda indudablemente lo acontecido en este lugar.

Como consecuencia del sacrificio de Cópil, según el Códice Mexicanus, los migrantes mexicas se topan con el tunal en el año 2 calli, “2 casa” (1325), y, como lo expresa la imagen, hasta ese momento el águila no se ha posado sobre él. De acuerdo con lo anterior, tendríamos que imaginar la lámina 1 del Códice Mendocino sin el águila sobre el tunal. El año 2 calli, “2 casa”, con el que inicia el marco calendárico que circunda la isla correspondería a la hierofanía del tunal en 1325, y a una etapa anterior a la culminación fundacional que representa la imagen del águila posada en él. En esta fecha, los mexicas habrían penetrado en el territorio “cerca del tunal”, tenochtitlan en náhuatl, e iniciado una micro peregrinación, visualmente aprehensible mediante el cerco de los años. De hecho, si consideramos el discurso compositivo de la lámina 1 del Códice Mendocino, la fecha 1 pedernal (1324) parece corresponder a la hierofanía del tunal, en el centro de la lámina, mientras que en el año 2 casa comienza la última parte del recorrido, en torno al tunal como un axis mundi. Esta última fase termina en el año 13 ácatl, “13 caña”, víspera de la entronización del primer tlahtoani de México-Tenochtitlan: Acamapichtli, en 1 pedernal, es decir 52 años después de la aparición del tunal.

Si consideramos la aparición del tunal sin el águila, ocurrida en el año 1 pedernal (1324) o 2 casa (1325) como fecha fundacional (lo que hicieron muchas fuentes), esto implica que los mexicas se situaban entonces bajo la égida mítico-religiosa de la Luna. En efecto, el tenochtli, nacido del corazón sacrificado de Cópil, es selénico por definición. Este hecho justificaría el gentilicio “mexica”, el cual remite al astro nocturno, cualquiera que sea la filiación etimológica de la palabra (meztli, “luna”, o metl, “maguey”). Ahora bien, ¿a qué etapa de la peregrinación corresponde el portento selénico?

 

Patrick Johansson K. Doctor en letras por la Universidad de París (Sorbona). Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de literaturas prehispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, ambos de la unam.

 

Johansson K., Patrick, “La fundación de México-Tenochtitlan. Consideraciones ‘crono-lógicas’”, Arqueología Mexicana núm. 135, pp. 70-77.

 

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