La Gran Plaza de Calakmul

Omar Rodríguez Campero

El corazón de la antigua ciudad de Calakmul se encuentra constituido por un área de nominada como la Gran Plaza, eje rector de la vida pública de la ciudad desde el Preclásico Tardío (200 a. C.) hasta el Clásico Tardío (800 d. C.). Dicho espacio, que se divide en dos secciones, está formado por la Estructura VII, al norte, la Estructura VI, al oeste, la Estructura 11, al sur, y la Estructura IV, al este; la Estructura VIII cierra el extremo noreste y, por último, la Estructura V funciona como punto de enlace de los dos sectores de la plaza. Las características político-religiosas del Preclásico se reflejaron en la distribución y configuración arquitectónica de la Gran Plaza. Este planteamiento no es nuevo, pues ya Mercedes de la Garza (1998) señalaba: “en la arquitectura maya, el templo-pirámide siempre se vinculó con la plaza: son dos elementos arquitectónicos absolutamente unidos, y esto se debe a su sentido simbólico: representan el vínculo de la tierra cuadrangular con el cielo piramidal, la unión del ámbito de los hombres y el de los dioses”. Basándonos en las investigaciones arqueológicas desarrolladas en el sitio, podemos señalar dos grandes momentos de1 desarrollo urbano de la ciudad: el primero en el Preclásico Tardío, periodo en el cual ya se encontraba configurada el área de la Gran Plaza por la mayoría de las estructuras que podemos observar actualmente.

El segundo corresponde al Clásico Tardío, momento en que se produce una reordenación de la vida política y religiosa, que se traslada hacia la parte conocida como la Gran Acrópolis. Para tratar de comprender el mecanismo de funcionamiento que ejercieron los edificios para los mayas de las Tierras Bajas en la conformación del poder de sus linajes gobernantes, así como su posterior permanencia, partimos de que estos edificios, además de ese valor funcional, poseían un carácter ideológico, razón por la cual también eran un medio de transmisión de mensajes para la sociedad.

De esta forma, la Gran Plaza de Calakmul se puede considerar como una recreación del espacio sagrado. es decir. el lugar donde lo sagrado se manifiesta a los hombres. y en el que. como señala De la Garza (1998). “se produce una  concentración de energías  sagradas y donde queda en manos del hombre un punto central desde el cual es posible influir sobre el cosmos íntegro; un sitio para convocar a los dioses mediante los ritos que aseguran su presencia en ese lugar. Así el poder sagrado se va acrecentando y con él crecen también las construcciones sagradas”. De este modo, en los diferentes edificios de la Gran Plaza se sucedieron una gran cantidad de eventos constructivos que, además de poseer una finalidad funcional, se concibieron con el fin de reforzar la ideología de los linajes en el poder, la cual manejaba un sentido de pertenencia a un linaje, alma social o forma de ser definido en la actualidad en mame de Chimalteco, Chiapas,  por la palabra naab’l. Dicho concepto trasciende las individualidades y otorga un sentido de pertenencia, de inclusión para con la comunidad.

Rodríguez Campero, Omar, “La Gran Plaza de Calakmul”, Arqueología Mexicana, núm. 42, pp. 22-27.

 

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