Emiliano Melgar Tísoc
Las conchas y caracoles marinos fueron muy apreciados por los habitantes de Xochicalco como emblemas de poder y prestigio social. La producción de objetos hechos de conchas y caracoles –bajo control del grupo gobernante– tuvo dos etapas: una de poca variedad y otra con una marcada uniformidad en las herramientas y técnicas empleadas.
Para Xochicalco, al igual que para muchos asentamientos del México prehispánico alejados de las costas, la importancia simbólica y religiosa del mar y su fauna puede apreciarse en la multitud de alusiones acuáticas a la fertilidad y al inframundo, que se expresaron en pinturas murales, cerámica y escultura, así como en materiales de origen marino, como las conchas de moluscos empleadas para fabricar objetos para adornos u ofrendas. Se creía que los objetos de concha eran tesoros del mar, ya que su origen acuático servía para atraer la gracia divina de los dioses de la lluvia y de la fertilidad, así como para propiciar abundantes aguas para las siembras y obtener buenas cosechas. Además, su procedencia, el mar, se vinculaba con el inframundo, un espacio de exuberante naturaleza acuática que se imaginaba debajo de la superficie terrestre, por lo cual se le conferían valores mágicos, religiosos o sobrenaturales.
En el caso de Xochicalco, sitio del Epiclásico, 650-900 d.C., se han encontrado más de dos mil piezas de conchas y caracoles en talleres, ofrendas a las estructuras principales y ajuares funerarios de entierros y tumbas. También se han encontrado hermosas representaciones de fauna marina, como las estrellas de mar modeladas en cerámica y en piedra, los caracoles esculpidos en piedra y el Altar de las Olas, con pintura de tonalidades azules y verdosas, todos los cuales muestran el papel primordial que tuvo el mar en el asentamiento a pesar de encontrarse lejos de él.
Procedencia de los moluscos
Debido a que Xochicalco se encuentra lejos del litoral, pues se encuentra en un grupo de cerros en la parte occidental del valle de Morelos, todas las conchas y los caracoles debieron llegar gracias al comercio con grupos que explotaban esos productos y que estaban asentados en las costas, principalmente de dos provincias malacológicas: la Panámica y la Caribeña.
La primera abarca desde el sur del Golfo de California hasta Tumbes, en el norte de Perú, y los ejemplares debieron ser colectados en las costas de los estados de Guerrero y Michoacán, en el océano Pacífico. La gran mayoría del material, que representa más del 85% del total de moluscos, divididos en 34 especies, proviene de esta provincia.
La segunda abarca parte del Golfo de México y Florida, las Antillas, el Mar Caribe, Venezuela y el norte de Brasil. Los moluscos debieron obtenerse en el litoral de Veracruz y son escasos en Xochicalco; representan menos del 2% del total, de tres especies.
Finalmente, también se localizaron grandes cantidades de conchas dulce acuícolas procedentes de los ríos Amacuzac y Balsas, en el sur de Morelos y el norte de Guerrero, que pertenecen a una sola especie de concha de valvas nacaradas y representan el 13%.
La producción
La mayoría de las piezas de concha se concentra en la parte norte de la Acrópolis de Xochicalco, especialmente en las grandes acumulaciones de diversos materiales –esculturas, cerámica, lítica, piedras verdes y huesos, entre otros– producto del saqueo final de Xochicalco (Garza y González, 1995), así como en los drenajes, adonde fueron arrastrados por el agua de lluvia. En vista de que sólo en esos lugares se han localizado objetos de concha sin terminar, al igual que los residuos de la elaboración de las piezas, es posible suponer la existencia de una producción en unos cuantos talleres bajo control de la elite. La frecuente producción de objetos de concha en Xochicalco dio origen a una industria que requería del abastecimiento periódico de materia prima para elaborar objetos ceremoniales y ornamentos, cuyo desarrollo tuvo dos etapas.
Melgar Tísoc, Emiliano, “La producción de objetos de concha. Xochicalco, Morelos”, Arqueología Mexicana núm. 95, pp. 80-83.
• Emiliano Melgar Tísoc. Arqueólogo por la ENAH. Ha investigado los objetos de concha del Proyecto Xochicalco desde 2003 y la lapidaria del Museo del Templo Mayor desde 2004. Responsable del proyecto “La lapidaria del Templo Mayor: estilos y tradiciones tecnológicas”.
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