Las figuraciones

Alfredo López Austin

La humanidad se ufana de la invención de la sociedad y del lenguaje como sus mayores creaciones. Gloria vana. La realidad es inversa. Fue la sociedad prehumana la que creó el lenguaje, y fue el lenguaje el que modeló el cerebro hasta hacerlo suficiente para alcanzar la calidad distintiva de nuestra especie. De cualquier manera, el hombre puede preciarse hoy de la sociedad como su nicho imprescindible y del lenguaje como su arma más precisa y compleja.

Pese a su innegable calidad, el lenguaje es un arma que sólo puede utilizarse en el radio de los semejantes. Esto no lo comprendieron nuestros retatarabuelos humanos y creyeron que el lenguaje podía valer ante seres reales e imaginarios ajenos a su condición biológica y social. Así, creyeron que el lenguaje sería efectivo al hablar a las plantas, a los animales, a las piedras, a la lluvia y a las fuerzas invisibles que suponían animadoras del mundo perceptible. Proyectaron en todos ellos, en esta forma, sus atributos humanos: imaginaron el cosmos poblado por seres antropoicos receptores de sus palabras. Después los retatarabuelos, tomando como modelo su propia experiencia mundana, atribuyeron a los seres invisibles sus propias calidades, pero ya idealizadas, maravillosas, imposibles, hasta formar un antimodelo que fue naturaleza sobre naturaleza, causa sin causa, ámbito de lo inasible, origen de lo existente y tiempo-espacio inmune a la destrucción. En esta forma crearon el otro mundo y lo colmaron de seres.

Los seres concebidos en nuestra mente forman complejos de adjetivos, condiciones, sensaciones y emociones. Estos complejos reciben en psicología el nombre de representaciones. Van de la sencillez de las ideas más leves y difusas hasta los conceptos más elaborados. Con mucha frecuencia las representaciones conllevan figuraciones, esto es, atributos dimensionales de los seres concebidos, lo que les otorga, entre otras y muy diversas peculiaridades, forma, color, densidad, tamaño, opacidad, luminosidad y peso. Las figuraciones referidas a los seres reales e imaginarios pueden expresarse en nuestras descripciones verbales, en la mímica, en la danza y, de manera más puntual, en el dibujo, en la pintura y en la escultura.

 

López Austin, Alfredo, “Las figuraciones”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 92, pp. 23-28.