Las hongueras de Acaxochitlán, Hidalgo

Carlos Briones Pérez y recolectoras de hongos de la comunidad de Los Reyes, Acaxochitlán

Sólo algunas regiones micoculturales en México son atractivas para el estudio biológico y cultural de los hongos, por su accesibilidad, por su atractivo cultural, por poseer una de las gamas más vastas en cuanto a diversidad de especies aprovechadas, y por la pureza milenaria, casi intacta y aún vigente, de las expresiones culturales asociadas a estas prácticas. Es el caso de Los Reyes, Coatlán, comunidad de origen nahua ubicada en la parte centro del municipio de Acaxochitlán, en el estado de Hidalgo, entre las provincias fisiográficas del Eje Neovolcánico y la Sierra Madre Oriental. Por su ubicación altitudinal y geográfica, los hongos de la comunidad de Los Reyes prosperan en un ambiente poblado por bosques de pino-encino, y la mayoría presentan una ecología dependiente de las asociaciones ectomicorrízicas con estos árboles, aunque también son abundantes las especies lignícolas.

Como es común en las zonas templadas subhúmedas, aquí los hongos de mayor importancia cultural son grandes, carnosos y tienen una gran diversidad de colores y formas; se les conoce con el término genérico náhuatl de nanácatl (que significa “carnoso”). Se aprovechan cerca de 50 especies distintas con propiedades alimenticias y sólo a dos se les reconoce un uso medicinal. Son las mujeres de la región las más involucradas en las actividades relacionadas con la recolección, el comercio y la transmisión cultural de esas prácticas; su especialización es de tal magnitud que se les conoce como “las hongueras”, porque ellas son las que más saben de hongos en la comunidad.

Durante la temporada de lluvias, las hongueras llegan muy temprano, los domingos por la mañana, a la plaza principal de la cabecera municipal y se congregan a un costado de las jardineras; despliegan sus pequeños puestos en el suelo con la ayuda de una manta o un plástico extendido, y se disponen con entusiasmo a exhibir sus diversos productos, entre ellos una gran variedad de semillas, quelites, plantas medicinales, leguminosas, tubérculos, presas de pesca y por supuesto hongos silvestres. Los esporomas son exhibidos en unidades de venta denominadas montoncitos (que tienden a estar conformados por 4-10 ejemplares), acorde a su tamaño, forma, pulcritud y tipo. El precio de estos montones es diferente dependiendo del hongo a tratar, oscilando entre los 10 y los 50 pesos, y se encuentra determinado por el gasto económico (tiempo, energía, dinero) invertido en la recolección (entre más fácil de obtener el hongo es más barato y viceversa), y por el aprecio culinario.

 

Carlos Briones Pérez. Biólogo, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Miembro de la Red sin Fronteras de Estudiantes de Etnobiología y colaborador de la Red Temática del Patrimonio Biocultural.

José Alfredo Jiménez Rubio. Estudiante de biología de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Trabaja en el Laboratorio de Etnobiología, de esta misma Universidad.

 

Briones Pérez, Carlos et al., “Las hongueras de Acaxochitlán, Hidalgo”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 87, pp. 52-53.