Laura Magriñá
En la “Estampa” de fray Antonio Arias de Saavedra –que se aborda aquí– se plasmaron aspectos esenciales de la cosmovisión cora que rigen hasta nuestros días: el quincunce como cosmograma, las deidades a las que rinden culto, la lucha cósmica entre las fuerzas luminosas y las del inframundo, los ciclos rituales vinculados con los ciclos de la naturaleza, el simbolismo de las culebras de agua (los tornados)…
Los coras conforman un grupo indígena que habita la Sierra Madre Occidental, en el actual estado de Nayarit. Para evangelizarlos, primero había que conocer sus creencias y la manera en que ellos concebían el universo, labor que iniciaron los franciscanos.
Antonio Arias de Saavedra nació en Tepic y estuvo en calidad de compañero del cura de Acaponeta. Ya ordenado sacerdote, desde 1656 fungió a veces como ministro doctrinero y otras como guardián del convento, para luego pasar a Guadalajara, el convento más importante de la provincia de Santiago de Xalisco.
Arias escribió un informe de todo lo que averiguó sobre aquel grupo indígena, sus costumbres y su territorio, el cual envió junto con un dibujo a su provincial, fray Juan Mohedano de Agudo, el 2 de febrero de 1672.
La “información” original llegó a manos de fray Francisco Treviño, comisario general de todas las provincias y custodias de la orden de San Francisco en Nueva España y las Islas Filipinas, quien le solicitó al fraile que profundizara en su investigación. El 26 de marzo de 1673 fue remitido el segundo informe. Éste ha sido publicado y el manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional de México.
Es importante destacar que sólo la primera versión, que se resguarda en el Archivo General de Indias, en Sevilla, va acompañada de la “Estampa” coloreada, a la que López González ha denominado “Calendario cora” (1990, p. 18). Su título da cuenta exacta tanto de su contenido como de su relación con el informe: “Descripción y explicación de los ritos y ceremonias que observa el gentilismo del Nayarit deducidos de los cuatro tiempos del año, a que se reduce su total y vano culto. Como se irá reconociendo por mayor extensión en la relación que se hace en este escrito por las letras y reclamos del A. B. C. D. etcétera” (AGI, MP, Estampas, 25).
Arias de Saavedra muestra en el siglo XVII un profundo manejo del simbolismo local. Aunque uno de sus objetivos fuera acreditar a la orden seráfica, éste no fue el único. Obtuvo sus datos en parte gracias al trato familiar que se dio entre él y los coras, como resultado de sus repetidas entradas a la sierra desde Acaponeta, pero también por informes que obtuvo de los indios gentiles y apóstatas que bajaban a comerciar y de los españoles y mestizos que habían entrado sierra adentro, contando así con varias percepciones acerca de los nayares. Otro de sus propósitos fue conocer a fondo a estos indígenas con el fin de destruir sus “idolatrías” y convertirlos al catolicismo, profundizando en la cosmovisión nativa.
Magriñá, Laura, “Los coras y la Piedra Blanca de San Blas, Nayarit (siglos XVI-XXI)”, Arqueología Mexicana núm. 121, pp. 30-37.
• Laura Magriñá. Etnohistoriadora. Centro INAH Nayarit y Universidad Iberoamericana
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