Es posible que el culto al maíz se haya originado en las épocas en que la planta fue domesticada y se convirtió en parte importante de la dieta de las sociedades mesoamericanas. Sin embargo, las primeras representaciones conocidas de deidades asociadas a la planta se encuentran entre los olmecas. En ellas el dios del maíz muestra una espiga que emerge de una abertura en la frente, que representa las hojas abiertas de la planta, lo que sugiere que la cabeza es una representación de la mazorca completa. Estas representaciones tal vez aludían al maíz maduro, pues el tierno o joven se mostraba sin la espiga surgiendo de la frente y con el cráneo deformado hacia atrás. Esta idea de deidificar al maíz en sus distintos estados de desarrollo prevalecería entre las culturas mesoamericanas de las épocas subsecuentes.
De la hasta cierto punto esquemática representación de los atributos del maíz en la época olmeca se pasó al uso de imágenes más obvias entre los grupos de los periodos posteriores; aunque cabe hacer notar que uno de los rasgos distintivos de las deidades del maíz entre los mayas son precisamente las hojas de maíz que brotan de su cabeza.
En Izapa, Chiapas, importante sitio del Preclásico Tardío, se ve una representación del dios del maíz que se distingue por la mazorca con las hojas abiertas que lleva sobre la cabeza. Entre los zapotecos del Clásico, cuya principal ciudad era Monte Albán, Oaxaca, usualmente el dios del maíz, llamado Pitao Cozobi, lleva un tocado con mazorcas.
Aunque en Teotihuacan, estado de México, no existen representaciones que aludan claramente a un dios del maíz, sí existen ejemplos que indican claramente que la planta era objeto de culto. En una conocida pintura mural de ese sitio se muestra a un personaje con atributos de dios de la lluvia, que lleva en una de las manos una planta de maíz y en la espalda una cesta con mazorcas. Además, en los braseros de esta cultura –que se supone representan la mítica montaña de los mantenimientos– aparecen, entre otros productos, algunas mazorcas. De acuerdo con un relato de la época de la conquista, La Leyenda de los Soles, Quetzalcóatl habría obtenido los primeros granos de maíz del interior de una montaña.
Entre los mayas, la del maíz fue una de las deidades principales, de hecho, los gobernantes hacían énfasis en su relación con ellas, al grado de personificarse como tales, pues su papel principal era el de administrar la riqueza agrícola. La abundancia de objetos de jade que solían utilizar los señores mayas se encuentra claramente relacionada con el culto al maíz. Entre los mayas del Clásico, el dios del maíz es representado de dos maneras: una que alude al maíz maduro y otra al maíz joven.
Entre los mexicas, la principal deidad relacionada con esta planta era Centéotl, cuyo nombre significa “dios mazorca madura”, hijo de la deidad solar llamada Piltzinteuctli y de Xochiquétzal, diosa de la tierra húmeda y fértil. Centéotl tenía una contraparte femenina que recibía el nombre calendárico de Chicomecóatl, 7 Serpiente, diosa a la que usualmente se representa con el rostro pintado de rojo, un tocado de papel que semeja una estructura (tal vez un granero) y pares de mazorcas en ambas manos, que –según las fuentes– representaban el “corazón de los graneros”, es decir las mazorcas bendecidas en la fiesta previa al inicio de la siembra. Asociada a Chicomecóatl se encontraba Xilonen, “muñeca de jilote” o jilote pequeño, diosa de los elotes tiernos del maíz, a la que se festejaba en los ritos previos a la primera cosecha, que incluían la decapitación de una doncella.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.
Vela, Enrique, “De las comidas que usaban los señores”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 38, pp. 34-39.