Los huevos de los guajolotes y los niños

Fernando Guerrero Martínez y Cristóbal Pérez Tadeo

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Por ejemplo, se dice que es mejor que un niño o una niña echen a empollar los huevos, porque ellos aún “no han agarrado nada”, es decir, aún no tienen pecados. Es necesario que quien vaya a echar a empollar lo haga temprano en la mañana, después de levantarse y antes de limpiarse la cara y lavarse las manos, con el fin de que todos los huevos que haya puesto la guajolota “revienten”.

Esto se debe a que la persona que apenas acaba de despertarse mantiene o conserva aún un calor corporal que es benéfico para los próximos guajolotitos, por lo que lavarse hará que ese calor abandone el cuerpo de la persona y no pueda ser transmitido a los huevos. Cuando pasa eso se dice que los huevos se ponen “güeros” o “hacen agua”, lo que quiere decir que se descomponen. Además de esto, la gente sabe que no cualquiera tiene “buena mano” para poner los huevos, sino que sólo ciertas personas.

Otro secreto para la crianza de los guajolotitos es que, para que los polluelos no se pongan de cabeza cuando aún están dentro del huevo, resulta fundamental colocar dos machetes viejos a manera de cruz debajo del nido. Esto también sirve para contrarrestar los efectos negativos que produce el sonido de los rayos, es decir el trueno, ya que se dice que el rayo provoca que los huevos también se pongan “güeros”.

Cuando los guajolotitos ya han nacido, durante los primeros diez días de vida es importante que se les laven sus patitas para que no les salgan granos y no les dé mal de ojo, lo cual puede ser producido por una persona que los vea fijamente o tenga una mirada pesada. Además, se recomienda alimentar a los guajolotes con las frutas maduras de una planta que se conoce localmente como “abolillo”, que en lengua chuj se llama tanak, una especie del género Phytolacca que también se usa como jabón para el cabello.

Imagen: Los chuj tienen conocimientos zoológicos tradicionales y culturales acerca de la crianza del guajolote. San Mateo Ixtatán, Huehuetenango, Guatemala. Foto: Fernando Guerrero Martínez.

Fernando Guerrero Martínez. Biólogo por la Facultad de Ciencias de la UNAM. Maestro y doctor en estudios mesoamericanos por la misma casa de estudios. Investigador del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, de la UNAM.

Cristóbal Pérez Tadeo. Maya-chuj. Licenciado en lengua y cultura por la Universidad Intercultural de Chiapas. Maestro en estudios culturales por la Universidad Autónoma de Chiapas. Doctorante en antropología en el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, de la UNAM.

Guerrero Martínez, Fernando y Cristóbal Pérez Tadeo, “Ak’ach, el guajolote entre los chuj”, Arqueología Mexicana, núm. 176, pp. 60-64.