Lo que guardan los antiguos libros
Manuel A. Hermann Lejarazu
En el Códice de Viena o Vindobonensis se encuentra una extensa narrativa, a modo de discurso pictórico, sobre el origen de los pueblos y los dioses mixtecos. En sí constituye el único relato prehispánico que ha sobrevivido a la conquista y en el que se cuenta desde la aparición de las parejas divinas más longevas que vivían en el cielo hasta el ordenamiento del mundo a través de una serie de actos rituales y de fundación del dios 9 Viento, cuyos atavíos e insignias corresponden a la versión náhuatl de Ehécatl.
El códice se halla resguardado actualmente en la Biblioteca Nacional de Austria, en Viena. Está elaborado en piel de venado y muy probablemente fue pintado en el antiguo señorío de Tilantongo, en la Mixteca Alta. A lo largo de las 52 láminas que lo conforman en su parte anversa (pues en el reverso se pintaron 13 láminas con la historia de Tilantongo) se representaron diversas escenas que muestran a 9 Viento como creador de la lluvia, la tierra, el Sol, los señoríos, el árbol sagrado del origen del hombre, e incluso interviene en las ceremonias dedicatorias y de fundación de los rumbos del universo mixteco.
Como se trata de un manuscrito prehispánico, no contamos con un texto alfabético en esta lengua que ayude a comprender cabalmente el significado de los glifos o de los diversos elementos pictográficos. Pero existe una obra publicada en 1607 que recopila un cercano eco de lo que pudo haber sido la lectura de un antiguo códice y que fue escrita por el dominico fray Gregorio García (1981, pp. 327-329). En el capítulo cuarto del libro quinto del Origen de los indios del Nuevo Mundo, García narra un hecho curioso sobre un manuscrito compuesto por un hermano de su orden, que residía en el convento de Cuilapa. Este religioso, al parecer, compiló un libro basado en algunos códices que registraban historias sobre el origen y la creación del mundo mixteco. Como el conventual se negó a venderle a fray Gregorio el libro que había realizado, entonces le permitió copiar lo que parece haber sido parte de un relato o lectura de un códice que muestra grandes semejanzas con el Códice Vindobonensis.
[La ortografía ha sido modernizada] Capítulo IV. Del origen de los indios mixtecos. En el año, y en el día de la obscuridad, y tinieblas, antes que hubiese días, ni años, estando el mundo en grande obscuridad, que todo era un caos, y confusión, estaba la tierra cubierta de agua, solo había limo, y lama sobre la faz de la tierra. En aquel tiempo, fingen los indios, que aparecieron visiblemente un Dios, que tuvo por nombre Un Ciervo, y por sobrenombre Culebra de León; y una Diosa muy linda, y hermosa, que su nombre fue Un Ciervo, y por sobrenombre Culebra de Tigre. Estos dos dioses dicen haber sido principio de los demás dioses, que los indios tuvieron… que con su omnipotencia, y sabiduría, hicieron y fundaron una grande peña, sobre la cual edificaron unos muy suntuosos palacios, hechos con grande artificio, adonde fue su asiento y morada en la tierra… Estando, pues, estos dioses, padre, y madre de todos los dioses, en sus palacios, y corte, tuvieron dos hijos varones muy hermosos, discretos, y sabios en todas las artes. El primero se llamó Viento de nueve Culebras, que era nombre, tomado del día en que nació. El segundo se llamó Viento de nueve Cavernas, que también fue nombre del día de su nacimiento. Estos dos niños fueron criados en mucho regalo. El mayor, cuando quería recrearse, se volvía en águila, la cual andaba volando por los altos. El segundo también se transformaba en un animal pequeño, figura de serpiente, que tenía alas, con que volaba por los aires con tanta agilidad, y sutileza, que entraba por las peñas y paredes, y se hacía invisible; de suerte, que los que estaban abajo, sentían el ruido, y estruendo, que hacían ambos a dos...
Si bien el texto de Gregorio García no es una lectura precisa del Códice de Viena, al menos hay algunas partes del relato que ayudan a identificar con certeza a los dioses que se hallan en el códice. Al inicio de la lámina 51 aparecen, efectivamente, el señor y la señora 1 Venado, claramente representados con sus nombres calendáricos y con los tocados que los relacionan con 9 Viento, Ehécatl, por lo que se trata de los dioses creadores de quienes habla la relación de García. Desde luego, la narrativa del códice es más detallada, pues señala a numerosos hijos o descendientes de la pareja primordial en las páginas 50 y 51.
En la página 48 del códice se observa el descenso del dios 9 Viento, Ehécatl, acompañado de dos personajes cuyas características coinciden con el relato de García. El de la izquierda lleva un traje de águila y el de la derecha porta una vestimenta de serpiente de fuego. En mixteco águila es yaha, y serpiente de fuego es yahui, por lo que corresponden a los naguales de 9 Viento que menciona García. La confusión del dominico estriba en que la palabra yahui, con diferencias en los tonos, refiere tanto a una cueva o caverna como al apelativo mixteco de la serpiente de fuego, por lo que recomponiendo el nombre de los “hermanos” del relato se trata de 9 Viento, Serpiente, y 9 Viento, Yahui.
Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Hermann Lejarazu, Manuel A., “Origen de los dioses y rituales en la Mixteca”, Arqueología Mexicana número 143, pp. 84-85.
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