Pintados de rojo. Prácticas funerarias de los primeros agricultores del desierto de Sonora

Elisa Villalpando, James T. Watson

Los grupos humanos que en el pasado vivieron en el desierto de Sonora hacia ambos lados de la actual frontera internacional entre Sonora y Arizona fueron muy similares tanto en aspectos genéticos como en actividades económicas y rituales. Los vestigios de estos habitantes muestran evidencias de escasas patologías y muchos sobrevivieron hasta lo que hoy llamamos la tercera edad. Las enfermedades más comunes que sufrieron esas poblaciones fueron las caries, la osteoartritis y diversos traumatismos, ya que la violencia interpersonal parece haber sido bastante común, pues se observaron huellas de impacto de proyectiles y golpes con objetos contundentes. La subsistencia se basaba en roles de género, con una mayor movilidad entre los individuos masculinos, mientras que las mujeres permanecían más tiempo en el mismo lugar, posiblemente porque ellas eran quienes se encargaban de la agricultura. Esta muestra bioarqueológica es única en la región y representa la base para entender la condición biocultural humana durante un largo tiempo, de manera especial durante la transición hacia la agricultura y el sedentarismo.

La muestra biológica

El análisis osteológico de los esqueletos humanos recuperados en la zona de monumentos arqueológicos La Playa, en el noroeste de Sonora, ha producido información valiosa acerca de los antiguos grupos humanos, cuyos datos genéticos revelan que a lo largo del tiempo y en diferentes periodos, dos o más poblaciones biológicas estuvieron utilizando el área, no siempre coexistiendo en términos pacíficos. En términos generales, las condiciones de salud de esas poblaciones eran buenas, con poca evidencia de anemia o enfermedades crónico-degenerativas, así como una longevidad relativa, alcanzando la mayoría de los individuos la edad de 30 a 40 años. Un análisis de estrés funcional muestra cierta sobreutilización limitada de músculos y articulaciones, lo cual indica que esas comunidades no sufrieron una disrupción fisiológica producida por exceso de trabajo en las actividades diarias. El mayor grado de estrés funcional fue observado en los dientes, a menudo desgastados hasta las encías y severamente pulidos, debido a su utilización como herramientas para procesar fibras utilizadas en la cestería y en la producción de cordelería.

La información procedente de más de 341 individuos en 334 elementos mortuorios, que incluyen inhumaciones y cremaciones, excavadas a lo largo de más de 25 años en La Playa, refleja el modo de vida de los antiguos pobladores de esta área. Las 53 fechas radiométricas (gran parte de ellas obtenidas directamente de huesos humanos) muestran una ocupación continua del sitio desde alrededor 1000 a.C., hasta posiblemente la mitad del siglo XV de nuestra era, amplio periodo que comprende la fase San Pedro (1500/1200-800 a.C.) y la fase Ciénega (800 a.C.-200 d.C.), del periodo de Agricultura Temprana, el periodo Cerámico Temprano (200-700 d.C.) y el periodo Trincheras (700-1450 d.C.); no obstante, 78% de los fechamientos corresponden al periodo Agricultura Temprana.

Aunque las inhumaciones se han excavado prácticamente en un área continua de cuatro kilómetros cuadrados dentro del sitio, hemos encontrado varios grupos que probablemente representen secciones de áreas formales de enterramiento y representen el origen de los cementerios en el noroeste/suroeste.

La muestra de esqueletos de La Playa contiene cantidades similares de hombres y mujeres; hay muy pocos individuos juveniles y la edad promedio en el momento de la muerte es de los 35 años, con una cantidad considerable de individuos adultos que alcanzaron la tercera edad. La distribución de las edades refleja una población muy sana, con niveles bajos de mortalidad juvenil.

Las huellas de lesiones patológicas visibles en los esqueletos de La Playa han sido poco frecuentes, y entre las más comunes están las caries con pérdida de dientes, la artritis y los traumatismos generalmente de naturaleza violenta.

Elisa Villalpando. Investigadora de la Sección de Arqueología del Centro INAH Sonora, codirectora del Proyecto La Playa.

James T. Watson. Curador asociado de bioarqueología, director asociado y profesor Asociado de Antropología del Museo Estatal de Arizona, Universidad de Arizona.

 

Villalpando, Elisa y James T. Watson, “Pintados de rojo. Prácticas funerarias de los primeros agricultores del desierto de Sonora  ”, Arqueología Mexicana, núm. 154, pp. 56-62.

 

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