Migración de los toltecas chichimecas
Folio 11v
Preparativos para la rebelión tolteca
Ambos sacerdotes supremos recomendaron que los toltecas hicieran honor a los habitantes xicalancas con sus cantos y sus bailes para que ganaran el respeto del pueblo y no se burlaran más de ellos.
Los jefes olmecas xicalancas exhortaron a los toltecas a ensayar bien su canto pues la fiesta se celebraría en cuatro días en la casa del pueblo. Tizacozque y Amapane, preocupados porque la fiesta, “su fiesta”, luciera en todo su esplendor, preguntaron a Icxicóuatl y Quetzaltehuéyac si tenían las vestimentas para adornarse debidamente. Su respuesta ya asomaba un interés subrepticio, al afirmar que no tenían los vestidos adecuados, lo que quizás provocaría que se burlaran de ellos cuando se presentaran ante todos los tlatoque de la urbe.
Antes de retirarse, los señores olmecas trataron de consolarlos diciendo que ordenarían a todos los nobles que les prestaran sus más suntuosos atuendos. Los toltecas se negaron rotundamente, pues de romper los objetos prestados, la indumentaria o el armamento nuevos, ellos no tendrían cómo devolverlos por no ser más que unos pobres maceualli. Los toltecas se han de haber retirado externando gratitud y sintiendo un gran júbilo por el consentimiento obtenido.
A su regreso, de inmediato los dirigentes toltecas reunieron a su gente e invocaron a su dios creador. Les comunicaron que la nobleza olmeca xicalanca había aceptado su ofrecimiento al comprender el llanto y las lágrimas de los toltecas, obteniendo así la anuencia de los señores Tizacozque y Amapane para realizar la festividad propuesta en su honor.
A su vez, dirigieron al pueblo una larga arenga mediante la cual legitimaron el plan que no era otro sino el que había sido concebido por su dios creador. Era él, Ipalnemohuani, quien les había marcado su destino y les ponía esta nueva prueba. Ellos tenían que responder con valentía, sin esconder “su rostro ni su boca”, a la incertidumbre del designio de quien los había creado y dado forma, yn totepicauh yn toteyocoxcauh, al ignorar “cómo lo dispondrá en su corazón”, sin temer el resultado que él tenía ya planeado. Los dirigentes toltecas pidieron a sus guerreros que no desfallecieran sus pies y manos, pues Ipalnemohuani mismo era quien los ponía a prueba. Si habrían de morir o si habrían de ser sepultados, exhortándolos a prepararse y tener confianza en lo alto al ir a bailar “en presencia de los tlatoque y de los teteuctin”.
Por último, expresaron palabras de aliento a quienes iban a participar en la festividad, pidiéndoles que ensayaran bien el canto y el baile, para ejecutarlos sin el menor asomo de vergüenza frente a los nobles olmecas xicalancas.
Les advirtieron que al pedir prestados los chimalli, “escudos”, se aseguraran de aceptar los que están rotos, que sólo pidan macanas viejas, las que se hayan desechado y tirado, y que recojan los estandartes desgarrados. De lo contrario, los olmecas xicalancas podrían suponer que envidian sus pertenencias y cualquier descuido podrían convertirlo en un pretexto para atacarlos. Los líderes toltecas instruyen a su gente que tendrán que arreglar y recomponer esas armas destrozadas porque es con ellas que les harán la guerra: “el escudo y la macana con puntas de obsidiana olmeca se comerán a los olmeca, a los xicalanca”.
Los señores toltecas se emocionaron hasta las lágrimas al escuchar la reacción de sus líderes, los cuales tomaron la extraordinaria noticia como un logro de los nobles calmecatlaca, y les dieron gracias por la gran merced que habían conseguido, asumiendo los riesgos del paso decisivo que estaban a punto de dar.
Imagen: Historia Tolteca Chichimeca, f. 11v. Reprografía: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Francisco González Hermosillo Adams. Dirección de Estudios Históricos, INAH.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
González Hermosillo Adams, Francisco, “Historia Tolteca Chichimeca. Parte 1 (edición facsimilar) Segundo relato. Migración de los toltecas chichimecas”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 107, pp. 36-71.