Salvador Guilliem Arroyo
Entre otros importantes hallazgos, en la zona arqueológica de Tlatelolco se han localizado entierros humanos, piezas cerámicas, textiles, madera y la gran estructura circular (se planea asimismo una gran ventana arqueológica vinculada al sitio). De igual forma, se han abierto tres museos: el Museo Contextual, el Museo de Sitio de la Caja de Agua y el Museo de Sitio de la zona arqueológica (dentro del Centro Cultural Universitario Tlatelolco).
En mayo de 1964 el presidente de la República Mexicana, Adolfo López Mateos, solicitó al Dr. Eusebio Dávalos Hurtado, entonces director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que removiera de su cargo al arqueólogo Francisco González Rul quien, junto con Eduardo Matos y Braulio García, había defendido todos los vestigios prehispánicos y coloniales que emergían a cada corte de la tierra que hacían los constructores de la unidad habitacional Nonoalco Tlatelolco, dirigidos por el arquitecto Mario Pani, quien tenía que culminar la construcción de 130 edificios en el millón doscientos mil metros cuadrados asignados por el Ejecutivo Federal; 28 edificios fueron dedicados a servicios públicos, como la otrora Torre de Relaciones Exteriores, autoría de Pedro Ramírez Vázquez.
A partir de esa fecha, Francisco González Rul se dedicó a los trabajos arqueológicos de rescate en las obras del Metro, línea 2, por toda la calle de Tacuba, desde la avenida de San Juan de Letrán hacia el oriente, hasta virar al sur por el costado oriental de la Catedral Metropolitana, dando así origen al Departamento de Salvamento Arqueológico del INAH. Entre esos trabajos podemos considerar la aparición de las “ventanas arqueológicas” del Centro Histórico de la Ciudad de México, donde aprendimos que nuestro pasado puede convivir con el presente y sobre todo, con el futuro, conformando nuestro patrimonio cultural, tal como la pirámide dedicada a Ehécatl en el Metro Pino Suárez.
Mientras tanto, en Tlatelolco, Alberto Ruz y Eduardo Contreras Sánchez se dedicaron a consolidar los edificios prehispánicos recuperados en torno a la Plaza de las Tres Culturas; miles de entierros y piezas serían alojados en el convento de Santiago, que había sido denominado Museo del Anáhuac. Pero desgraciadamente, ante la terrible matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968, todo fue truncado y pasó al olvido, fracturando nuestra sociedad y el gran proyecto cultural de México-Tlatelolco, quedando en la conciencia de nuestro pueblo como una terrible cicatriz que aún no cierra.
Exploraciones en Tlatelolco
Para 1987 Eduardo Matos, ante el éxito obtenido en las exploraciones arqueológicas del Templo Mayor de Tenochtitlan, propuso desarrollar un proyecto interdisciplinario alterno en Tlatelolco a fin de contrastar las ciudades gemelas mexicas, mediante sus restos arqueológicos recuperados sistemáticamente en contextos análogos, contando con el apoyo del Dr. David Carrasco de la Universidad de Boulder. Así, a las ocho de la mañana del 13 de octubre, a pocas horas de haberse inaugurado el Museo del Templo Mayor, dimos inicio a los trabajos de exploración arqueológica en Tlatelolco. Se descubrió un complejo ceremonial dedicado a Ehécatl Quetzalcóatl (Guilliem, 1996), en el que hubo sacrificio de infantes primordialmente, y cuya exploración concluyó en 1989. Así, se comenzó a explorar la fachada principal del Templo Calendárico y se descubrió la pintura mural de los dioses creadores del tiempo (Guilliem, 1989).
En 1992, ante los resultados académicos, la Dirección General del INAH decidió convertir la zona arqueológica de Tlatelolco en departamento del Museo del Templo Mayor y para 1997 ordenó la elaboración de un “Plan de manejo”, que ha sido aplicado desde el año 2000.
Cabe mencionar que a partir de 1998 inició el programa de Protección Técnico Legal del patrimonio cultural relacionado con el otrora señorío prehispánico de México-Tlatelolco, tanto en el área considerada el núcleo del recinto ceremonial como en sus barrios circundantes.
Así, a solicitud de la Dirección de Salvamento Arqueológico se atendió un rescate arqueológico en los predios de Pemex ubicados en la avenida Flores Magón, justo en el ábside de la iglesia de San Miguel Nonoalco, donde se continuó con la modalidad de salvamento arqueológico con el objeto de liberar el predio para instalar una cisterna contra incendios. Logramos recuperar la información de un sitio productor de sal y presentamos los resultados a manera de tesis de licenciatura de uno de mis colaboradores.
En 2002, debido a que no había per- miso del INAH, detuve una obra de la Secretaría de Relaciones Exteriores al pie del muro oeste del viejo convento de Santiago Tlatelolco. Aplicando la normatividad institucional, iniciamos un rescate arqueológico y posteriormente un salvamento arqueológico en la Caja de Agua del Imperial Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco. Así, gracias a la aplicación del “Plan de manejo” y la normatividad institucional se pudo construir un museo de sitio y elaborar una memoria colectiva de más de 600 páginas, en 2015, que espero pronto se publique, para celebrar 30 años de trabajos ininterrumpidos en Tlatelolco.
Para 2007, nuevamente, ante los resultados ya no sólo académicos sino también de manejo de recursos humanos, técnicos, operativos, materiales y financieros –y ante el hallazgo de la Caja de Agua y en aplicación directa de los objetivos del “Plan de manejo”–, la zona arqueológica de Tlatelolco se independizó administrativamente del Museo del Templo Mayor, y se convirtió en un centro dependiente de la Coordinación Nacional de Arqueología. Como podrá verificarse en el acta de entrega-recepción, se formalizó la plaza del jefe de seguridad y se incorporó un administrador para apoyar al director en turno del sitio, y la investigación del lugar quedó bajo los mismos preceptos del Proyecto Templo Mayor.
Para 2012 en todo el entorno y dentro de la unidad habitacional Nonoalco Tlatelolco dio comienzo una gran cantidad de obras de infraestructura urbana, ya fuera para construir nuevas unidades habitacionales en las calles circundantes, plazas comerciales o para cambiar los sistemas de gas, agua y energía eléctrica. Por tanto, la Dirección de Salvamento Arqueológico nos solicitó apoyo a fin de coordinar los trabajos para recuperar vestigios tanto prehispánicos como coloniales, e incorporarlos al acervo institucional y, sobre todo, para cumplir el objetivo primordial, establecido en 1987 por el maestro Eduardo Matos: conocer cabalmente a la sociedad mexica a través de sus restos arqueológicos muebles e inmuebles, con el apoyo de la titular de la zona arqueológica de Tlatelolco.
Así, se ha trabajado en predios como Eje Central núm. 196, Eje Central 282, Arteaga 57, Zarco esquina Flores Magón, así como el que ahora nos ocupa: el predio comprendido entre las calles de Mercado y Flores Magón, donde se había construido la Plaza Comercial El Sardinero en la década de los sesenta del siglo pasado.
Salvador Guilliem Arroyo. Arqueólogo por la ENAH y pasante de la maestría en estudios meso- americanos por la UNAM. Miembro del Proyecto Templo Mayor desde 1978. Director de la zona arqueológica de Tlatelolco.
Guilliem Arroyo, Salvador, “Proyecto Tlatelolco: Programa de Protección Técnico Legal. Plaza comercial Tlatelolco, El Sardinero”, Arqueología Mexicana núm. 151, pp. 66-73.
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