El edificio fue construido hacia la etapa V del Templo Mayor (1480 d.C.) y sobre él se colocó una nueva etapa constructiva, de la que vemos el basamento y dos escaleras que permitían llegar a su interior. La etapa anterior pudo excavarse y consiste en un vestíbulo en forma de L con restos de pilares. Uno de los dos accesos muestra banquetas policromadas con representaciones de guerreros en procesión. Sobre las banquetas y a ambos lados de la puerta se encontraron las dos formidables figuras de barro de guerreros águila casi de tamaño natural. El acceso da a un aposento alargado que también tiene las banquetas mencionadas. Un estrecho pasillo nos conduce a otro patio, en donde vemos los arranques de cuatro pilares que sostenían el techo y un pequeño patio interior. En los extremos norte y sur hay dos aposentos. Llama la atención el decorado que se encuentra en el muro externo del cuarto del norte, consistente en una flor de cuatro pétalos labrados en piedra. Ya en el interior de este aposento observamos las banquetas de guerreros que rematan en un altar saliente que muestra un zacatapayoli o bola de heno, en donde se encajaban las espinas para el autosacrificio. Se han conservado colores como rojo, amarillo, blanco, etc. Frente al altar se encontraron dos braseros de cerámica, al igual que en otras partes de los aposentos. La habitación del lado sur fue afectada por la construcción de un horno colonial que se construyó en el lugar.
El vestíbulo de acceso al que antes nos referimos tiene otra puerta hacia el norte, que conduce igualmente a otras habitaciones. Sobre la banqueta y flanqueando la entrada se encontraron dos figuras, también hechas en barro, del dios Mictlantecuhtli, señor del inframundo. Representan al dios semidescarnado y con los brazos levantados. La cabeza tiene pequeños orificios, seguramente para colocar en ellos pelo natural, tal como se ve a este dios en algunos códices. Entre las costillas se encontró una pieza pintada de rosado que representa el hígado, víscera que se relaciona con el mundo de los muertos. Las figuras son realmente impresionantes y pueden apreciarse, al igual que los guerreros águila, en el museo de sitio.
Los estudios sobre la Casa de las Águilas parecen indicar que se trata de un conjunto destinado a ciertas ceremonias, pues en su interior se han detectado, mediante técnicas de arqueometría y otras, acumulación en determinadas áreas de restos de componentes de la sangre, como en las grandes esculturas de barro, y la presencia de productos que contenían grasas vegetales y animales, así como carbohidratos de una sustancia rica en azúcares y almidones, posiblemente pulque.
Al parecer, el tlatoani o gobernante llevaba a cabo un ritual en el cual salía por la puerta que da al poniente –donde se encontraron los guerreros águila–, para seguir el camino del Sol hacia el poniente. El vestíbulo lo llevaría hacia la puerta que da al norte, donde están las figuras de Mictlantecuhtli, hacia el lugar de los muertos o Mictlan. Hay que recordar que al norte se le consideraba el rumbo de los muertos, el mictlampa. Así, el recorrido se hacía desde el nacimiento del Sol hasta su ocaso.
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Tomado de Eduardo Matos Moctezuma, “Recinto de las Águilas o Casa de las Águilas”, Arqueología Mexicana, Especial 56, El Templo Mayor, a un siglo de su descubrimiento, pp. 10 - 32.