Breve historia
Las técnicas de reconstrucción escultórica facial permiten simular o restablecer los grosores del tejido blando facial (formados en vida del individuo por la piel y los músculos) de un cráneo, a partir del análisis morfoscópico (valoraciones visuales) y morfométrico (mediciones) de su estructura ósea. Este tipo de reconstrucción se hace con propósitos puramente antropológicos, museográficos o para intentar resolver problemas de identificación personal en casos de índole forense.
En el mundo, desde tiempos remotos, se han realizado muchísimas reconstrucciones faciales artísticas con distintos propósitos. Destacan las reconstrucciones realizadas por antropólogos físicos, anatomistas y escultores, que se han preocupado por dar a conocer el aspecto físico que en vida pudieron tener especímenes famosos de nuestra línea evolutiva como el Homo erectus, el Homo neandertalensis, u hombres del Paleolítico, por sólo mencionar algunos. Investigadores de Rusia , Estados Unidos, Polonia, Bélgica y Francia, entre otros, han realizado exitosas reconstrucciones, en las cuales han empleado técnicas y procedimientos (J. Prag y Richard Neave, 1997) que día con día son mejorados, no sólo gracias al conocimiento que los investigadores van adquiriendo sobre la biología ele poblaciones remotas, sino también al empleo por parte de los artistas plásticos de nuevas técnicas y materiales.
Las técnicas
Para lograr una buena reconstrucción escultórica facial debe combinarse la labor interdisciplinaria de antropólogos físicos, paleoantropólogos y artistas plásticos. Los primeros aportan sus conocimientos sobre anatomía humana, dimorfismo sexual (diferencias entre hombres y mujeres) y variabilidad de rasgos faciales de los distintos grupos humanos. Por su parte, el artista plástico, en relación con esos especialistas, moldea una reconstrucción facial tridimensional, que representa lo más objetivamente posible el aspecto que tenía en vida el individuo a partir de un cráneo muchas veces aislado de su esqueleto.
Desde luego, las reconstrucciones se llevan a cabo con cráneos localizados en contextos paleoantropológicos, arqueológicos, históricos y forenses.
En varias ocasiones, sobre todo tratándose de cráneos procedentes de contextos arqueológicos o paleoantropológicos, éstos se encuentran muy deteriorados y hay que empezar por consolidarlos y restaurarlos. Lo ideal, cuando ello sea posible, es iniciar la labor con un cráneo en buenas condiciones. A grandes rasgos, los procedimientos a seguir son los siguientes.
1) En primer lugar se debe estudiar el cráneo en laboratorio, mediante técnicas craneométricas y morfoscópicas para determinar edad, sexo, afinidad biológica y otras características particulares, lo cual es una labor de rutina para el antropólogo físico dedicado al estudio de poblaciones antiguas.
2) En segundo lugar, el artista plástico, o el propio antropólogo, hace el vaciado en yeso para obtener una réplica exacta del cráneo, ya que nunca se debe trabajar sobre el original. Sobre la copia se colocan 32 pivotes o marcadores en el mismo número de puntos craneométricos, los cuales indican los grosores faciales en las distintas partes del rostro. Dichos marcadores deberán tener las medidas milimétricas promedio establecidas como norma para la población a la que pertenece el cráneo, las cuales se obtuvieron a partir de mediciones efectuadas en cadáver (Villanueva et al., 2002, en prensa). Después se procede a colocar los músculos y estructuras faciales, generalmente con plastilina. El modelaje artístico, en plastilina o arcilla, permite poco a poco reproducir la forma, el tamaño y las características particulares del rostro en cuestión.
3) Por último, se procede a detallar, retocar y marcar arrugas faciales según la edad de muerte del ejemplar. El tamaño y la forma de rasgos como labios, ojos, nariz y orejas se deben adecuar a los más comunes de la población más próxima, biológicamente hablando, es decir, a la que pudiera pertenecer el cráneo si lo metiéramos en el túnel del tiempo y apareciera hoy en día, sin olvidar por ningún motivo los rasgos que se pueden inferir a partir de su propia morfometría y morfoscopía. El color de la piel, los ojos y el cabello también se extrapolan de los pobladores con afinidad biológica más cercana.
María Villanueva Sagrado. Antropóloga física por la ENAH. Doctora en antropología por la UNAM. Investigadora del IIA , UNAM. Miembro del SNI. Ha publicado numerosos artículos científicos y de divulgación, y varios libros. Realiza investigaciones sobre la morfología facial del mexicano.
Villanueva Sagrado, María, “Reconstrucción facial escultórica de cráneos prehispánicos”, Arqueología Mexicana núm. 65, pp. 48-53.
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