Ritos en la cima

Enrique Vela

El bloque que se coloca en la cima del palo tiene una superficie plana sobre la que es posible ponerse de pie, y es lo que hace el quinto danzante. Este personaje, que hace las veces de conductor de la ceremonia, es quien con sus movimientos y, en ocasiones, con su ejecución de piezas musicales marca el ritmo y la sucesión de las distintas fases del ritual. Puede realizar tres tipos de actos: una danza simple (que puede incluir algunas acrobacias); una danza con ejecución de música, o, muy ocasionalmente, una danza con ofrenda. Cabe señalar que estos actos si bien por lo común están a cargo de un especialista también pueden ser realizados por los otros danzantes, uno tras otro. En ocasiones el músico se encuentra al pie del palo, lo que en opinión de Stresser-Péan debió ser lo usual en la época prehispánica.

Sin duda, el objetivo fundamental de los actos en la cima del Volador es dirigirlos a los cuatro puntos cardinales. El siguiente resumen de Guy Stresser-Péan, sobre una ceremonia realizada por huastecos de San Luis Potosí en 1938, da una idea bastante clara al respecto:

El capitán de la danza o k’ohal, ataviado con una túnica roja y azul, sube a su vez para sentarse en el bloque terminal. Mirando hacia el este, empieza invocando a las deidades propicias: extiende las alas en la dirección indicada y hace sonar un silbato que imita la aguda voz de las águilas. Luego se pone de pie en la punta del mástil. Gira sucesivamente hacia los cuatro puntos cardinales, presentando a manera de copa una jícara cubierta con un lienzo blanco, así como una botella de aguardiente; llenando su boca, vaporiza unos cuantos tragos de aguardiente, lanzándolos hacia el frente. Una vez efectuada esa ofrenda simbólica, se pone su tocado de plumas rojas y, agitando las alas, baila frente a cada uno de los cuatro puntos cardinales (Stresser-Péan, 2005, p. 20).

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

Vela, Enrique, “Ritos en la cima”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 88, pp. 72-75.