Adoratorio de la parte superior (etapa II, ca. 1390 d.C.)
El adoratorio dedicado al dios Huitzilopochtli fue excavado junto con su contraparte del lado de Tláloc, al que ya nos hemos referido, en el año 1979, y corresponde a la etapa II (ca. 1390 d.C.) del Templo Mayor. Frente a la entrada del adoratorio se encontró una piedra de sacrificio de piedra volcánica (tezontle) debajo de la cual se halló una ofrenda formada por cuchillos de sacrificio. Los pilares que marcan el acceso al interior del adoratorio no se encontraron en tan buenas condiciones como los de Tláloc, ya descritos. Ya en el interior, se observa una banqueta similar a la del dios de la lluvia, que corre de norte a sur y en su parte central tiene un pequeño altarcillo donde quizá se colocaba la imagen de la deidad. Algo de suma relevancia fue que al pie de la banqueta y del altarcillo se hallaron varias ofrendas consistentes en urnas funerarias que contenían restos quemados de varios personajes. El estudio de Ximena Chávez sobre el particular permitió saber que, aunque los restos óseos fueron escasos, en el interior de las urnas quedaron muestras representativas del cuerpo humano. Cabe resaltar el hecho de que las urnas varían en su forma: una es un recipiente de travertino con una peculiar tapa de obsidiana, otra es una pequeña urna de obsidiana negra y otra más tiene forma de un perro. Lo interesante del asunto es saber cómo el lado del dios de la guerra servía como espacio para ubicar estos vestigios relacionados con la muerte. No dudamos que para llegar a este lugar privilegiado se tratara de altos personajes de la sociedad mexica.
Como lo comentamos cuando hablamos del adoratorio de Tláloc, varios códices muestran la imagen de este aposento, además de las almenas de la parte superior que, como se puede apreciar, son diferentes y en algunos casos tienen forma de L.
Para terminar con este apartado referiremos lo que señala el cronista soldado Andrés de Tapia, quien dice que en la parte alta del templo había figuras muy grandes, que por sus características parecen indicar que se trataban de la monumental escultura de Coatlicue:
De fuera de este hueco estaban dos ídolos sobre dos basas de piedra grande, de altura las basas de una vara de medir, y sobre éstas dos idolos de altura de casi tres varas de medir cada uno; serían del gordo de un buey cada uno. Eran de piedra de grano bruñida […] Tenían estos ídolos unas radiculebras gordas de oro ceñidas, y por collares cada diez o doce corazones de hombre, hechos de oro, y por rostro una máscara de oro y ojos de espejo, y tenía otro rostro en el colodrillo, como cabeza de hombre sin carne (Tapia, 2008, p. 71).
López Luján nos proporciona un dibujo donde se aprecian las figuras de estas dos esculturas (López Luján, 2017). Cabe aclarar que el hecho de colocar una de ellas hasta el extremo del lado de Tláloc pudiera no ser acertado, ya que por lo que venimos tratando debería colocarse hipotéticamente sobre el inicio de la alfarda norte del lado de Huitzilopochtli. La presencia de Coatlicue no es de extrañar, pues así tendría lógica la presencia de los protagonistas importantes de los acontecimientos ocurridos en Coatépec (Coatlicue, Huitzilopochtli, Coyolxauhqui y los centzonthuiznahuas), toda vez que en ese lado del Templo Mayor se reactualiza el mito de referencia.
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.
Matos Moctezuma, Eduardo, “Templo Mayor de Tenochtitlan lado de Huitzilopochtli. Adoratorio de la parte superior”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 81, pp. 35-38.