Tlaxcala en 1519

Hugh Thomas

Cortés y los tlaxcaltecas

Después de Tenochtitlan, Tlaxcala era el lugar más interesante del antiguo México. Geográficamente diminuta, probablemente más aún que el actual pequeño estado de Tlaxcala, su densa población tenía tres raíces: los pinomes, los primeros habitantes conocidos de la región, considerados bárbaros e ignorantes; los otomíes, igualmente despreciados por su supuesta barbarie y su idioma considerado primitivo, pero apreciados como guerreros; y los tlaxcaltecas propiamente dichos, de raíces chichimecas, de habla náhuatl, llegados de las montañas del norte aproximadamente al mismo tiempo que los mexicas al Valle de México. De hecho, se suponía que ellos también fundaron su capital en ese lugar guiados por un pájaro, en su caso, una garza blanca. Habían creado y conservado la estructura política del lugar, cuya población total, en 1519, alcanzaría unos ciento cincuenta mil habitantes.

De hecho, más que un estado, Tlaxcala era una federación militar, hostil a los mexicas, de unos doscientos asentamientos, a los que apenas se podría llamar ciudades. La misma Tlaxcala, a poca distancia al norte de la ciudad actual del mismo nombre, estaba dividida en cuatro distritos. Maxixcatzin, el señor de Ocotelolco, uno de estos distritos, era el jefe militar de la federación. Él y Xicoténcatl, el señor de Tizatlán, otro distrito, gobernaban conjuntamente la región. En 1519, los dos eran ya de edad muy avanzada. Algunos cronistas alegan incluso que fue Maxixcatzin quien propuso al cihuacóatl Tlacaélel la idea de la “guerra florida” en los años cuarenta del siglo XV, afirmación un tanto inverosímil. En todo caso, es seguro que estaba vivo cuando esos conflictos “floridos” se intensificaron. Maxixcatzin, Xicoténcatl, Temiloctecatl y Citlapopocatzin (señores de los otros dos distritos, Tepeticpac y Quiahuiztlan, respectivamente) eran las cabezas de dinastías distintas en las que, a diferencia de la de los mexicas, la sucesión pasaba de padre a hijo, y cuya antigüedad databa de unas siete generaciones. El modelo tlaxcalteco existía, pues, desde el siglo XIV.

Mas a principios del siglo XV, y por razones comerciales, se enemistaron con los mexicas, pues éstos restringieron de hecho sus actividades. Por consiguiente se habían empobrecido. No disponían de algodón y, por tanto, carecían de vestimentas de este material. Tampoco tenían sal, y eso seguramente aumentó su resentimiento debido a su proximidad a los lagos salinos de Alchichica que controlaban los mexicas. En Tlaxcala no se encontraban ni piedras preciosas, ni plumas hermosas ni oro. Como consecuencia de la extraña convención, es decir las “guerras floridas”, que rigió más o menos entre 1450 y 1510.

Imagen: Izquierda: Xicoténcatl, Maxixcatzin, Cortés y Malintzin (Malinche o Marina). Lienzo de Tlaxcala, Lám. 5. Copia de 1773, Bóveda de Documentos Pictográficos, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Derecha: “Entrada de Tlaxcala, donde fueron recibidos los n[uest]ros con mucho amor, y llorados por las mujeres y niños, y fueron aposentados en las casas de Maxixcatzin; y aquí tuvieron embaj[ado]res los tlaxcaltecas de los mexicanos, [diciéndoles] que matasen a Cortés, y que partirían el imperio y serían amigos”. Lienzo de Tlaxcala, Lám. 29. Reprografías: Marco Antonio Pacheco / Raíces.

 

Hugh Thomas. Doctor en Historia. Universidades de Cambridge y Sorbona, autor de varios títulos sobre la historia de España y América.

Thomas, Hugh, “Cortés y los tlaxcaltecas”, Arqueología Mexicana, núm. 13, pp. 42-47.

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Puebla-Tlaxcala