Es importante abordar brevemente otros tipos de información que comprueban que los mexicas consideraban los vestigios de Tula como la Tollan histórica. Hay muchas evidencias de que los aztecas pasaron años saqueando los monumentos de Tula para copiarlos y traer esculturas toltecas a Tenochtitlan y Tlatelolco. En la Historia de los Mexicanos por sus Pinturas se describe una expedición que el rey de Tlatelolco envió a Tula, en 1422, para conseguir una escultura tolteca que fue instalada en el Templo Mayor de ese centro azteca. En excavaciones recientes cerca del Templo Mayor de Tenochtitlan se han encontrado unas esculturas de guerreros toltecas y un Chac Mool que sin duda son de Tula, Hidalgo, según se deduce de sus características estilísticas y etnográficas. Los mexicas también realizaron un relieve importante con la representación del rey Quetzalcóatl, y su fecha de nacimiento (1 caña), en el cerro de la Malinche, situado en el sector oeste de la ciudad prehispánica de Tula.
También había una relación casi permanente entre la dinastía real de Tenochtitlan y los reyes de Tula (véase Davies, 1977, p. 42). Acamapichtli, el primer rey mexica, fue elegido precisamente porque tenía sangre tolteca, y un nieto suyo se casó con la hija del “rey de Tullan”, con lo cual se estableció la última dinastía de gobernantes en Tula. Más tarde, el gran emperador mexica Axayácatl se casó con una princesa de Tula, y después su nieta fue la esposa del décimo primer hijo de Moctezuma II, don Pedro Moctezuma (Tlacahuepan), quien heredó la mayoría de las tierras cerca de Tula al principio de la Colonia. Al parecer, la región de Tula pertenecía a la familia Moctezuma en las últimas décadas de la época prehispánica, probablemente porque los reyes mexicas querían el prestigio de controlar la antigua capital de Tollan. Hace 60 años, Jorge Acosta y Hugo Moedano excavaron lo que probablemente fue el palacio de Pedro Moctezuma en la cima del cerro El Cielito, en el sur de la antigua Tula. Desde su residencia, don Pedro podía ver hacia el norte un enorme pantano (ahora llamado El Salitre) que ocupaba el centro de la antigua Tollan. Este lugar acuático tenía muchas hectáreas de cañas o tules, que tal vez dieron nombre a la ciudad, pues Tula significa en náhuatl “lugar de tules” y metafóricamente se refería a una gran metrópoli, un “lugar donde hay tantas gentes como tules”.
Tomado de Robert H. Cobean y Alba Guadalupe Mastache Flores, “Tollan en Hidalgo. La Tollan histórica”, Arqueología Mexicana 85, pp. 30-35.
Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar: