Un tratado nahua de pintura

Diana Magaloni Kerpel

El libro XI dedica el capítulo XI a la manera de “hacer todos los colores”. A pesar de su brevedad es posible decir que representa un verdadero tratado nahua sobre el arte de la pintura, de manera que así lo nombraré de aquí en adelante.

El tratado nahua de pintura organiza la información de acuerdo a un sistema de polaridades complementarias. En cuanto a la materialidad, los colores se dividen en los que se obtienen de plantas e insectos, y los que se encuentran como minerales en la tierra. En cuanto a sus modos de aplicación, se contrastan los colores saturados, vivos y claros, de los diluidos, opacos y oscuros. También existe una separación entre los colores primarios (rojo, azul, amarillo, blanco y negro) y los secundarios, que se obtienen mediante mezclas (verde, morado, café, ocre). Se discuten de forma separada las tintas para escribir. Gracias a Lilia Félix y Arturo León, quienes trabajaron como profesores de técnicas pictóricas en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete”, del INAH, realizamos experimentos para poder fabricar los colores de acuerdo a los textos en el tratado nahua de pintura del libro XI.

El primer color en el tratado nahua es el rojo, que se obtiene de la grana cochinilla (Dactylopius coccus), llamado nocheztli, en náhuatl. Este color es obtenido del insecto que se planta en los nopales. El texto en español dice que este valioso color se exporta hasta la “China y Turquía y casi por todo el mundo” (Sahagún, Historia general, lib. XI, p. 1130). En náhuatl se explica de dónde proviene el nombre del color: de nochtli, “nopal de tunas”, y de eztli, “sangre”, porque se forma sobre el nopal y se parece a la sangre. La cochinilla, dice el texto en náhuatl, es un gusano y el nopal es el lugar en el que nace y crece (Sahagún, Florentine Codex, book XI, p. 239). La imagen que ilustra estos pasajes está dividida en dos recuadros y proporciona otra información sobre la técnica pictórica: observamos arriba el nopal en su medio natural, con los insectos sobre sus pencas, y en el suelo algunos de ellos gotean tinta roja. Este recuadro representa la materia prima en su estado natural. El cuadro de abajo divide el espacio pictórico en dos lugares y dos tiempos: a la izquierda el fabricante del color y a la derecha el pintor que pinta dentro de una construcción novohispana, posiblemente un tlacuilocalli (taller de pintura) del siglo XVI.

La experimentación para reproducir estos colores nos muestra la complejidad de la paleta de colores orgánicos, obtenidos de flores, plantas e insectos. Por ejemplo, de la grana cochinilla, o nocheztli, se obtiene una serie de colores al manipular el pH de la solución con la que se prepara el color base.

El primer paso para obtener el rojo de la grana cochinilla es hervirla en agua destilada en baño maría. El líquido se colecta en panecillos o tortillas que se dejan secar y se pueden almacenar. Las tortillas de nocheztli se diluyen para obtener distintos colores de acuerdo a la modificación de pH. El rojo sangre brillante se obtiene al mezclarlo con alumbre, que es una sal ligeramente ácida. También se obtiene el rojo brillante intenso al mezclar la grana con las hojas de tezúatl (experimento realizado por Tatiana Falcón) (Tatiana Falcón, “Tintes de otoño. Experimentación con plantas tintóreas para la reinterpretación de los saberes, tradiciones y usos del color en manuscritos indígenas”, tesis de maestría en historia del arte, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2014). Cuando se mezcla con un líquido que tiene un pH más ácido, de alrededor de 3.5, el nocheztli se torna naranja brillante. En nuestros experimentos logramos este color al agregar ya sea el jugo del xoconoxtle o el de la guayaba (ambos frutos ácidos que existían en tiempos prehispánicos). Cuando se diluye la grana cochinilla con un líquido de pH básico, alrededor de 13, se torna morado. A este color le llaman en el tratado nahua, camopalli. Todos estos tonos se pueden ver en la tabla de colores que elaboramos. Ahora bien, con el color naranja se pueden lograr distintos tonos de café, al mezclarlo con diversas proporciones de alumbre (sulfato ferroso de naturaleza ácida). Los tonos café fueron usados para pintar cestos, vasijas de barro y el color oscuro de la piel.

De igual forma, el tono morado, al ser mezclado con alumbre, se torna rosa mexicano. Es decir, el nocheztli es un colorante del cual se obtienen colores muy variados: rojo sangre, rojo-naranja, morado, rosa mexicano, café-rojizo.

 

Diana Magaloni Kerpel. Doctora en historia del arte por la Universidad de Yale. Fue directora del Museo Nacional de Antropología. Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

Tomado de Diana Magaloni Kerpel, “El tratado nahua de pintura en el libro XI”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 90, p. 32-38.