Lámina 39
El Cerro del Peñasco y de la Aguililla funciona como un topónimo que introduce al lector a un paisaje muy diferente al de la Mixteca. En esta lámina se representa una geografía caracterizada por una cadena de volcanes y montañas nevadas que no existe en los sitios de donde proviene el Vindobonensis o el Nuttall. Al inicio, se observa un lugar con dos cúspides separadas por un tipo de hondonada o meseta (a), que quizá represente un extenso valle que podría corresponder con el de Puebla-Tlaxcala.
Enseguida aparecen dos montañas con nieve (b, c); la primera podría ser una referencia a la Matlalcueye y la segunda quizá sea el Pico de Orizaba, pues el glifo del cerro blanco presenta un contorno más robusto que los otros tres.
Otro cerro nevado con enormes llamas y fuego que sale de la cúspide acompañado de volutas de humo tal vez sea una referencia al Popocatépetl (d). Mientras que el cerro que se encuentra a su derecha podría ser la manera en que los mixtecos veían al Iztaccíhuatl, pero es difícil identificar qué tipo de animal se pintó ahí.
Otros lugares de clara referencia al valle de México o al Altiplano Central lo vemos en un valle de tules (e); un cerro con un personaje con pintura negra sobre los ojos, sami nuu, “quema ojo-cara”, el nombre mixteco para los “mexicanos” (f), y una gran cueva con las fauces del monstruo de la Tierra: ¿Chicomóztoc? (g).
Imagen: Códice Vindobonensis, Lám. 39. Foto: Austrian National Library. ANL / Vienna Collection of manuscripts and rare books, Cod. mexic. 1.
Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Hermann Lejarazu, Manuel A., “Lámina 39”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 103, pp. 30-31.