Entre las principales obras arquitectónicas e hidráulicas realizadas en el siglo XVI en la Nueva España, resaltan por su grandeza el convento y la laguna construidos en Yuririapúndaro, Guanajuato, lugar cuya etimología quiere decir “laguna de sangre”. Durante la época prehispánica la región se encontraba situada entre los territorios chichimeca y tarasco. Después de 1521 los gobernadores de este segundo grupo llegaron a controlar el lugar junto con esporádicos aliados otomíes. A partir de 1528, una vez consolidada la conquista de Michoacán, se creó la encomienda de Yuriria, que fue cedida al conquistador Juan de Tovar. La vecina Acámbaro, asignada a Gonzalo Riobó de Sotomayor y evangelizada por los franciscanos, formaba con Yuriria y el presidio o fortaleza de Celaya la denominada provincia de Celaya. Alrededor de 1545, cuando el pueblo pasó a manos de la corona, se fundó un corregimiento en Yuriria, pero en 1571 éste fue absorbido por la alcaldía mayor fundada en el presidio de Celaya.
Como consecuencia de los asentamientos españoles, la región se convirtió en zona de guerra debido a los continuos enfrentamientos con los grupos chichimecas que habitaban del otro lado del río Lerma. Para consolidar la ocupación o “pacificación” de la zona, llegaron los agustinos en 1550, durante uno de los periodos en que fray Alonso de la Veracruz ocupó el provincialato de la orden.
Tomado de Antonio Rubial García y Martín Olmedo Muñoz, “Fray Diego de Chávez y el convento de Yuriria”, Arqueología Mexicana núm. 92, pp. 70-75.