La captura en 1520 de los miembros de una caravana proveniente de la Villa Rica de la Vera Cruz en la región de Calpulalpan, Tlaxcala –entre los cuales había negros y mestizos–, su sacrificio y la ingestión de su carne, además de la colocación de sus restos óseos en contextos ceremoniales, han permitido conocer aspectos hasta ahora desconocidos sobre la manera en que fueron integrados al mundo mítico-religioso prehispánico considerando el color de su piel y rasgos físicos.
Zultépec, “cerro de las codornices” en lengua náhuatl, fue el nombre de un antiguo asentamiento localizado en la actual región occidental del estado de Tlaxcala, habitado en su último momento ocupacional por indígenas de filiación acolhua y por consiguiente integrante del señorío de Texcoco. El nombre original del antiguo asentamiento fue cambiado en 1520 por los habitantes de la región a Tecoaque, con el cual es conocido actualmente el sitio, que podría significar en la misma lengua “lugar en donde se comieron a los señores o dioses”, ello a partir de ciertos acontecimientos históricos acaecidos en el lugar. Las investigaciones arqueológicas efectuadas en los últimos años han permitido conocer aspectos desconocidos sobre el contacto de indígenas del Altiplano Central de México con los europeos, y sobre el inicio del proceso de la conquista de México.
El hallazgo de evidencias de la captura y sacrificio ritual de los miembros de una caravana proveniente de la Villa Rica de la Vera Cruz (1519-1520), entre las cuales fueron inmoladas algunas personas de raza negra, mulatos y mestizos, amplía la visión que algunos tenían sobre la exclusiva presencia de europeos de raza blanca en la conquista de México. A lo anterior se suma el impacto del color oscuro de la piel de algunos de los capturados en el pensamiento de los indígenas mesoamericanos. De acuerdo con sus rasgos físicos, fueron sacrificados en diferentes festividades del calendario ritual nahua, en ceremonias que tuvieron como finalidad trasmutar la energía de los sacrificados a los ofrendantes, además de buscar la benevolencia y apoyo de los dioses en la empresa de resistencia a la conquista y defensa de su tradición cultural ancestral.
Zultépec-Tecoaque
Las investigaciones arqueológicas han permitido establecer que la ocupación del sitio comenzó hacia el Clásico, durante el cual era un lugar importante para Teotihuacan y se encargaba de controlar el comercio, el ingreso y resguardo a la ciudad por el este. Después del colapso de Teotihuacan, el sitio quedó abandonado durante cientos de años. A la llegada de las primeras migraciones chichimecas a la Cuenca de México, sobre los derruidos edificios de Zultépec se estableció un grupo acolhua que utilizó la traza original y algunos elementos arquitectónicos para levantar un nuevo asentamiento.
El sitio aparece mencionado en textos indígenas (Códice Xólotl, lám. 9, e Historia general de la Nueva España de Alva Ixtlilxóchil, 1821, entre otros) y en documentos coloniales como la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, la Historia general de las Indias de Francisco López de Gómara y las Cartas de Relación enviadas por Hernán Cortés a Carlos V de España. En la segunda y tercera cartas refiere el conquistador la captura de una caravana, en un asentamiento acolhua de la región de Texcoco, formada por europeos y sus sirvientes e indígenas aliados, proveniente de la Villa Rica de la Vera Cruz.
Evidencias arqueológicas del sacrificio de personas de raza negra
En la Plaza Superior Sur del antiguo asentamiento se detectaron entre los vestigios de una hoguera, bajo una capa de tierra e inmersos en una cantidad considerable de ceniza fina y carbón, varios grupos de entierros, cuyos restos óseos fueron estudiados por el Dr. Carlos Serrano Sánchez del IIA, UNAM. El estudio de muestras de ceniza de la hoguera (Xelhuatzi, 2002) permitió establecer que se quemó una cantidad considerable de encino y además se localizaron fragmentos de huesos humanos quemados, de obsidiana verde y gris, así como de mica y microfauna, restos de semillas de leguminosas, insectos, papel amate y plumas de aves.
Entre los vestigios de la hoguera se encontraron varios objetos metálicos de manufactura europea: un anillo, clavos, un silbato con el rostro de un negro y ganchos. Los restos óseos fueron dispuestos en varios grupos, formados por indígenas, mediterráneos y negros, los cuales fueron identificados a partir del estudio realizado por el Dr. Carlos Serrano Sánchez.
Martínez Vargas, Enrique, Ana María Jarquín Pacheco, “El sacrificio de negros al inicio de la conquista de México”, Arqueología Mexicana núm. 119, pp. 28-35.
• Enrique Martínez Vargas. Arqueólogo por la ENAH, con maestría y doctorado en estudios mesoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha realizado investigaciones en diversas regiones de Mesoamérica. Dirige el Proyecto Especial Tecoaque, Tlaxcala.
• Ana María Jarquín Pacheco. Arqueóloga por la ENAH, con maestría y doctorado en estudios mesoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Dirige el Proyecto La Campana, Colima, y colabora en el Proyecto Especial Tecoaque.
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