Los olmecas-xicallancas

 

Fuentes del siglo XVI cuentan que mientras Cholula padecía ese periodo de desgobierno, los olmecas-xicallancas llegaron al valle de Puebla-Tlaxcala y convirtieron a Cacaxtla en la nueva sede de poder, pero el origen e identidad étnica de esos migrantes son polémicos. Entre quienes los identifican como procedentes de la Cuenca de México está Chimalpahin, el cronista de Chalco, quien apunta que eran originarios de Chalco-Amaquemecan y la zona sur de la Sierra Nevada, y el historiador tlaxcalteca Diego Muñoz Camargo relata que el territorio del sur de Tlaxcala en el que se asentaron se llamaba Xicalanco en la antigüedad. Otras versiones los vinculan con la costa del Golfo, pues tanto olmeca como xicallanca son palabras asociadas a la costa –la primera de Olman o “lugar del hule”, y la segunda de Xicalango, nombre de dos puertos en el golfo, uno en Veracruz y otro en Campeche–; algunos otros historiadores, como Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, sitúan los orígenes de este grupo en esas tierras. A partir del descubrimiento de los murales de Cacaxtla, ejecutados en un marcado estilo maya, varios investigadores han tomado la palabra de Ixtlilxóchitl para identificar a los olmecas-xicallancas como oriundos de la costa del Golfo.

Aun sin la certeza sobre su génesis, en lo que sí hay consenso es en que los olmecas-xicallancas tomaron el control de Chalco, la periferia sureste de la Sierra Nevada y el valle poblano-tlaxcalteca durante el siglo VII, si no es que incluso antes. Esto nos lleva a preguntar si su llegada no sería uno de los factores que incidieron en el desplome de Cholula, pero aún no hay datos suficientes para dilucidar esta incógnita. En todo caso, mientras que los inmigrantes levantaron sus templos y palacios en Cacaxtla, en Cholula la parte superior del desatendido Tlachihualtépetl comenzó a erosionarse, deslizándose por los lados de la gran mole y depositando miles de metros cúbicos de desechos al pie de la pirámide; al excavarlos, Jorge Acosta estimó que su volumen indicaba que el abandono de la zona ceremonial debió haber durado unos dos siglos.

 

Tomado de Patricia Plunket Nagoda, y Gabriela Uruñuela y Ladrón de Guevara, “Cholula en tiempos de Cacaxtla. El péndulo del poder”, Arqueología Mexicana núm. 117, pp. 58-63.

 

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