En el valle de Teotihuacan, a unos 50 km al norte de la ciudad de México, se desarrolló a partir del siglo II a.C. una de las culturas más importantes del centro de México, cuya influencia llegó a lugares tan alejados como el actual estado de Sinaloa, hacia el occidente, y Guatemala, hacia el sur.
Teotihuacan, la Ciudad de los Dioses, tenía en su época de mayor florecimiento una extensión de mas de 20 kilómetros cuadrados y una población de alrededor de 100 mil habitantes. Este importante centro religioso, político y económico fue el más altamente urbanizado del Nuevo Mundo. Allí se perfeccionaron las ciencias (astronomía, matemática, y el calendario) y florecieron las artes (arquitectura, escultura, cerámica y pintura).
Aunque los antecedentes de Teotihuacan se remontan a los años 600 y 700 a.C., con la presencia de varios grupos humanos reunidos alrededor de pequeñas aldeas de agricultores, su verdadero inicio como ciudad se dio aproximadamente 200 años antes de nuestra era, cuando se formó un primer centro religioso y urbano que contaba con unos cuantos edificios y templos situados al noroeste de la Pirámide de la Luna, en un lugar conocido hoy como Ciudad Vieja.
El desarrollo de la cultura teotihuacana abarca un largo periodo de nueve siglos, desde su inicio hacia el año 200 a.C., hasta su decadencia, ocurrida entre los años 700 y 750 d.C. Durante esos siglos, la ciudad creció hasta adquirir su forma definitiva. La llamada Calle de los Muertos, con una extensión de cerca de cuatro kilómetros, quedó trazada desde sus primeras fases con una orientación sur-norte que norma la de toda la ciudad. Se construyó primero la Pirámide del Sol y después la de la Luna, además de numerosos templos y complejos arquitectónicos que fueron surgiendo a lo largo y ancho de la ciudad.
La grandiosidad de estas pirámides y sus numerosos templos, plazas y palacios ponen de manifiesto la importancia y el gran prestigio religiosos de esta urbe. Ciudad sagrada y centro predilecto de peregrinaciones, también fue sede de un Estado que realizó una serie de conquistas y de incursiones comerciales hasta lugares muy lejanos en el ámbito del territorio mesoamericano. En esta época se construyó el gran conjunto urbano conocido como la Ciudadela, ubicado en un espacio de 160 mil metros cuadrados y en cuyo centro destaca el Templo de Quetzalcóatl, uno de los mas fastuosos edificios de Teotibuacan, recubierto en sus cuatro fachadas con mas de 366 cabezas de serpiente y de otra deidad del agua.
Durante su apogeo, Teotihuacan contó con numerosos edificios públicos y con grandes palacios residenciales, ornados con pinturas murales policromas. Era una ciudad cosmopolita que contaba con barrios de artesanos, alfareros, lapidarios y otros especialistas, y con barrios ocupados por grupos de extranjeros, como el Oaxaqueño o el de los Comerciantes.
Por diversas causas, la ciudad sucumbió hacia los años 650-700 d. de C., la sociedad teotihuacana se desintegró y, por consecuencia, comenzó su abandono. Las exploraciones arqueo1ógicas indican que fue incendiada, hecho que ha originado una serie de interrogantes en relación con la destrucción de Teotihuacan: ¿fue saqueada y quemada por grupos invasores?, ¿su centro fue destruido por incendios accidentales?; si así fue, ¿por que los teotihuacanos no fueron capaces de resistirlos? Son estos algunos de los problemas que la arqueología esta encargada de resolver mediante los datos de las excavaciones.
Hasta hace poco se decía que el gobierno de Teotihuacan era esencialmente teocrático, es decir, dirigido sobre todo por sacerdotes a los cuales se debía su grandeza. Sin embargo, recientes descubrimientos efectuados en la Ciudadela y alrededor del Templo de Quetzalcóatl han permitido modificar las ideas acerca del gobierno pacifista y de la ideología de sus antiguos pobladores, pues se han encontrado claras evidencias de la practica del sacrificio humano.
Rubén Cabrera Castro
Arqueólogo. Maestría en Antropología. UNAM. Ha realizado investigaciones en diversas regiones del país, principalmente Guerrero, Michoacán y Teotihuacan. Su campo fundamental de interés son las culturas del Altiplano, en especial Teotihuacan. Investigador, de la zona arqueológica de Teotihuacan.
George Cowgill
Arqueólogo. Doctorado en Antropología. Universidad de Harvard. Ha trabajado en diversos proyectos en Teotihuacan. Intereses fundamentales: origen de las sociedades complejas y aplicación de modelos matemáticos y estadísticos en la investigación arqucológica. Profesor titular. Universidad Estatal de Arizona.
Cabrera Castro, Rubén y George Cowgill, “El Templo de Quetzalcóatl”, Arqueología Mexicana, núm. 1, pp. 21-26.