El trazo de la ciudad, basado en la cosmovisión mexica, era un reflejo de los rumbos del universo. El Templo Mayor, dentro del recinto sagrado, era el centro de centros, el ombligo del mundo, desde donde partían cuatro grandes calzadas: la del norte iba al Tepeyácac; la del oeste, a Tlacopan o Tacuba; la del sur, a Iztapalapa, y la del este conducía a la zona del embarcadero del lago de Tetzcoco. La ciudad estaba dividida en cuatro parcialidades o campan, con sus respectivos centros ceremoniales. Al mismo tiempo, estas parcialidades se dividían en barrios asentados en chinampas que tenían una doble función: como mecanismo de cultivo para el autoconsumo familiar y como sistema de urbanización de la ciudad, que pretendía mantener un equilibrio con el agua.
Durante el esplendor de Tenochtitlan, el poder político residía en la figura dual del huei tlatoani-cihuacóatl, gobernante supremo que tenía sustituto en caso de ausencia. Había un consejo –integrado por cuatro poderosos nobles y una pareja de funcionarios– que encabezaba la administración pública y del que dependían directamente las autoridades locales que integraban el tlatocáyotl (León-Portilla, 2005, pp. 138-140).
La organización social era bastante simple y se basaba en los lazos familiares. El calpulli o barrio era un grupo de familias que trabajaban en conjunto, y que eran fieles súbditos de un mismo dios patrono. En la ciudad, el calpulli representaba a verdaderos barrios completos. En éstos vivían diversos especialistas, entre los que se encontraban mercaderes y artesanos. Al frente de cada uno de los calpulli se encontraba un noble que controlaba la producción y que recibía el tributo que era enviado a la confederación integrada por Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan (León-Portilla, 2005, pp. 136-138).
Imagen: Izquierda: Mapa de Tenochtitlan y Tlatelolco. Elaborado por Tomás J. Filsinger, basado y adaptado de J.A. Alzate y R.A. Caso, E. Calnek, González Aparicio, C. J. González G., B. Mundy, G. de la Torre Villalpando y R. Rovira M. Ilustración: © Tomas J. Filsinger, 2017. Derecha: Proyecciones en 3 D del recinto sagrado de Tenochtitlan a la luz de los nuevos hallazgos arqueológicos. Dibujos: Raúl Barrera Rodríguez y Luis Rosey Bermúdez /Programa De Arqueología Urbana.
Raúl Barrera Rodríguez. Investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico, INAH. Supervisor del Programa de Arqueología Urbana, Museo del Templo Mayor.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Barrera Rodríguez, Raúl, “De Tenochtitlan a la Ciudad de México del siglo XXI”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 79, pp. 20-25.