Es un ave endémica de México, Belice y Guatemala, que se distribuye en parte del este de Tabasco hacia Campeche, Yucatán y Quintana Roo, y ocupa también el noroeste y oeste-central de Belice y todo el norte de Guatemala.
Habita en zonas bajas a menos de 500 msnm. Su alimentación consiste en semillas, retoños, hojas, bulbos e invertebrados. Suelen anidar en pastos altos y arbustos, donde colocan entre 8 y 15 huevos. La incubación dura aproximadamente 28 días; al eclosionar, las crías abandonan el nido y quedan bajo el cuidado de su madre, quien las mantiene cerca hasta la madurez.
El pavo ocelado se diferencia de su pariente doméstico por la presencia de colores muy llamativos: el macho presenta la cabeza desnuda con un color azul radiante y verrugas anaranjadas sobre la coronilla, mientras que la hembra tiene un tono azul menos intenso.
Otro elemento vistoso es su plumaje, el cual muestra colores iridiscentes con tonos verdosos y bronceados azulados. Las plumas de las alas tienen listas blancas y negras con círculos en tono café, mientras que las de la cola son vermiculadas de blanco y negro, y cada pluma tiene bandas negras aterciopeladas con azul iridiscente y una línea terminal bronceada.
Imagen: Distribución del pavo ocelado. Información: Carlos Varela Scherrer. Pavo ocelado. Foto: K. Kacheltje / Naturalista-Conabio.
Carlos Miguel Varela Scherrer. Arqueólogo por la ENAH, maestro y doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Sus áreas de especialización son la zooarqueología y la etnozoología de la región de Palenque, Chiapas. Colaborador del Proyecto Arqueológico Palenque, del INAH, y del Proyecto Regional Palenque, de la UNAM.
Varela Scherrer, Carlos Miguel, “El pavo ocelado. De la milpa al altar a través de los siglos”, Arqueología Mexicana, núm. 176, pp. 49-53.