El Xitle: de volcán a dios…
Alrededor de los inicios de nuestra era hizo erupción un pequeño volcán llamado el Xitle –ombligo en lengua náhuatl–, que trajo como consecuencia que los mantos de lava cubrieran templos, casas y campos de cultivo de la población que habitaba en Cuicuilco, al sur de la actual Ciudad de México. El abandono del sitio quizá se dio paulatinamente ante los síntomas que se presentaban, como fumarolas, ruidos y temblores que anunciaban la inminente erupción.
Según algunos arqueólogos, se produjo una migración un poco más al norte, que llegó a asentarse junto a otros grupos que ocupaban el lugar que más tarde se denominó Teotihuacan. Lo interesante del caso es que este nuevo grupo trajo consigo su propia cultura. Parte de ella era la presencia de un diosecillo, y cuando Byron Cummings excavó en Cuicuilco, encontró algunas representaciones de él. Se trataba de figuras modeladas en barro de un anciano sentado, encorvado, con arrugas en el rostro, sobre cuya espalda descansaba un brasero, en el que debió de colocarse copal para que humeara. Era el dios viejo y del fuego, Huehuetéotl, que era la imagen del volcán en erupción.
En Teotihuacan proliferó Huehuetéotl en la figura de un anciano sentado, encorvado y desdentado, con arrugas en el rostro y un enorme brasero sobre su cabeza. Como particularidad tenía que una mano estaba empuñada en tanto que la otra estaba abierta. La mayoría de las veces se elaboró en piedra volcánica y conocemos de su presencia en otras regiones como aquel maravilloso ejemplar en barro de la costa del Golfo. Siglos más tarde vemos su imagen entre grupos nahuas del Centro de México.
En las excavaciones del Templo Mayor mexica encontramos una escultura del dios con las mismas características ya descritas, al lado de un adoratorio que tiene diversos elementos teotihuacanos: talud y tablero, mitades de ojos, etc. Para este momento los mexicas lo llaman Xiuhtecutli-Huehuetéotl, señor del fuego y del año, dios viejo. Se le representa también sedente, con arrugas y dos protuberancias sobre la cabeza. Preside varias ofrendas en el Templo Mayor y no era para menos: está habitando en el centro del universo, pues tal era la concepción que se tenía del hueyteocalli o Templo Mayor.
Imagen: a) Huehuetéotl, dios viejo del fuego. Cuicuilco, Ciudad de México. Preclásico Tardío. Museo Nacional de Antropología. Foto: Archivo Digital de las Colecciones del MNA, INAH-CANON. b) Huehuetéotl. Teotihuacan, Estado de México. Clásico Temprano. Museo de Sitio de Teotihuacan. Foto: Archivo Digital de las Colecciones del MNA, INAH-CANON. c) Huehuetéotl. Templo Mayor, Ciudad de México. Posclásico Tardío. Museo del Templo Mayor. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces.
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Matos Moctezuma, Eduardo, “El Xitle: de volcán a dios…”, Arqueología Mexicana, núm. 181, pp. 82-83.