En las Relaciones geográficas de México se encuentran variantes de dicho protocolo (alimentar a los dioses con sangre): en Huexotla la sangre obtenida del autosacrificio de la lengua podía ser escupida directamente sobre la efigie; en el caso de Texcaltitlan era dejada en unos cuencos en frente de la imagen divina.
También se podía salpicar la sangre en la cara de la efigie, o echar hacia el Sol –es decir hacia arriba– el líquido recogido con los dedos. Los labios no eran la única parte del cuerpo que se untaba, ya que también se embadurnaba la cara, o la efigie era completamente rociada con el líquido. En algunos casos, la sangre salpicada era luego quemada.
El destino de los papeles empapados de sangre variaba: podían ser quemados como ofrenda, ser ensartados y guardados, o ser pegados a la efigie una vez que ésta había sido untada con la sangre. Respecto de este último procedimiento en la Histoire du Mechique se describe al dios de los popolocas, llamado Maltéotl, al que se le homenajeaban papeles grandes como una mano empapados en la sangre del corazón de los cautivos más valientes. Al parecer, a la llegada de los españoles la efigie estaba envuelta en 80 000 papeles.
Imagen: El dios de la muerte recibe ofrendas de sangre y el líquido es vertido sobre su figura. Códice Magliabechiano, f. 88r. Foto: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Elena Mazzetto. Doctora en historia por la Universidad Ca’ Foscari di Venezia y la Université de Paris I Panthéon-Sorbonne. Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Autora del libro Lieux de culte et parcours cérémoniels dans les fêtes des vingtaines à Mexico Tenochtitlan (Oxford, BAR, 2014), así como de numerosas publicaciones dedicadas a las fiestas de las veintenas mexicas y a la alimentación ritual.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Mazzetto, Elena, “El líquido fecundador. Consumo y funciones de la sangre en los rituales de los nahuas prehispánicos”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 38-45.