Asedio de Tenochtitlan

Raúl Barrera Rodríguez

Asedio, caída y destrucción de Tenochtitlan. Una mirada desde las fuentes

Apropiación del poder

En un esfuerzo por tener el control sobre Tenochtitlan, Cortés obliga a Moctezuma a reunir a los señores principales de la ciudad y de los pueblos vecinos para informarles de la obligación que tenían de pagarles tributo (Díaz del Castillo, 2000, p. 198). En otras palabras, se da una adjudicación del poder (Cortés, 2015, p.74). Poco después, Cortés envía soldados a buscar las minas de oro y obliga a las provincias productoras y no productoras a que envíen como pago de tributo el preciado metal en nombre de su majestad el rey de España (Díaz del Castillo, 2000, pp. 198-202).

Con la amenaza de destruir a los dioses mexicas, Cortés pretende, una vez más, colocar una imagen de Nuestra Señora de Santa María y una cruz en lo alto del Templo Mayor de Tenochtitlan, objetivo que finalmente cumplió, e impartió misa el padre De la Merced con el apoyo del clérigo Juan Díaz (Díaz del Castillo, 2000, p. 208).

Llegada de Pánfilo de Narváez

Al enterarse Diego Velázquez, gobernador de Cuba, del envío de un cargamento de oro y otros productos de valor al rey de España, organizó a 19 navíos y a 1 400 soldados, con ochenta caballos, para que, bajo el mando de Pánfilo de Narváez, fueran tras Hernán Cortés, lo hicieran prisionero y lo llevaran de regreso para ser juzgado. Cortés, acompañado por más de 200 soldados entre españoles e indígenas, decide ir a enfrentarlo. Para esto, dejan a Pedro de Alvarado con un escuadrón de soldados en resguardo del tlatoani Moctezuma y otros prisioneros en el Palacio de Axayácatl. Narváez y sus principales capitanes son sorprendidos y capturados durante un enfrentamiento con las tropas de Cortés en los templos de Zempoala, donde estaban atrincherados (Díaz del Castillo, 2000, pp. 211-239).

La matanza de tóxcatl

Hasta Veracruz llega la noticia de que Tenochtitlan se ha alzado y que Pedro de Alvarado se ha atrincherado en el  Palacio de Axayácatl, que ha sido incendiado. Se trataba de la celebración de la fiesta del mes de tóxcatl, dedicada a dos de los principales dioses de la ciudad, Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, y que se llevaba a cabo entre el 4 y el 23 de mayo. Este evento es aprovechado por Alvarado para realizar una gran matanza. Más de la mitad de los casi 150 soldados españoles que resguardaban a Moctezuma en el Palacio de Axayácatl salieron, y algunos de ellos bloquearon las cuatro entradas al recinto sagrado de la ciudad; otros más sacaron sus espadas y masacraron a los nobles y a los guerreros que bailaban. Las víctimas sumaban cientos y tal vez miles (Graulich, 2014, pp. 438-439). Los mexicas, enardecidos, se reagruparon y, preparados para la batalla, enfrentaron a Pedro de Alvarado y a su gente, quienes se replegaron y regresaron al Palacio de Axayácatl. En esta arremetida en contra de los españoles, le prendieron fuego al edificio, y les lanzaron piedras con hondas, varas y flechas desde los techos de los edificios vecinos. Algunos mexicas intentaron entrar al Palacio haciendo agujeros en los muros, y lograron que uno de éstos se derrumbara, pero fueron rechazados (Graulich, 2014, p. 441).

Sintiéndose acorralado, Alvarado obligó a Moctezuma a subir a una azotea, junto con algunos de sus hijos y otros principales de la región, para que apaciguara la rebelión, o morirían. La calma, aunque momentánea, regresó. El asedio de los mexicas hacia los españoles continuó cercando el Palacio de Axayácatl (Graulich, 2014, p. 442).

Ante los recientes acontecimientos, Cortés decide regresar a Tenochtitlan, dejando preso en la Villa Rica a Pánfilo de Narváez (Díaz del Castillo, 2000, p. 244). Con un numeroso ejército, conformado con los soldados del mismo Narváez, a quienes persuadió de que se pasaran de su lado, y más indígenas que se le unieron, que en suma eran más de 3 000 hombres, el conquistador regresa a Tenochtitlan el 24 de junio de 1520. Los mexicas atacaron una vez más el Palacio de Axayácatl. Durante estos enfrentamientos, que duraron varios días, los españoles construyen cuatro torres de madera con mirillas por donde pudieran disparar con las escopetas y ballestas. Protegidos por estas torres en las que cabían 25 soldados, salieron y fueron hasta el Templo Mayor, que en ese momento era defendido por más de 3 000 indígenas; los españoles y sus aliados tlaxcaltecas lograron subir hasta lo alto del principal edificio de los tenochcas y le prendieron fuego a los adoratorios y a sus dioses (Díaz del Castillo, 2000, pp. 250-251).

Imagen: Matanza de la fiesta de tóxcatl: a) Masacre de nobles y guerreros mexicas ordenada por Pedro de Alvarado. Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España…, t. I, cap. LXXV. Foto: BNAH.

 

Raúl Barrera Rodríguez. Arqueólogo por la ENAH. Investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Responsable del Programa de Arqueología Urbana.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Barrera Rodríguez, Raúl, “Asedio, caída y destrucción de Tenochtitlan. Una mirada desde las fuentes”, Arqueología Mexicana, núm. 173, pp. 64-71.