Bernardino de Sahagún incluye en su Historia general de las cosas de Nueva España interesantes comentarios sobre los totonacas (o “totonaques”, como los llama). Describe su tipo físico (“la cara larga y las cabezas chatas”) y destaca la fertilidad de su hábitat (donde “hacen grandísimos calores” y hay “muchos bastimentos y frutos”), así como la abundancia del liquidámbar y de las “frutas de Castilla”. El franciscano detalla también la indumentaria femenina y masculina (“las mujeres se ponen naguas pintadas y galanas”). Comenta su habilidad para hacer petates y asientos de palma pintados de color, y “el otro género de algodón que llaman quahuichcatl, que se hace en los árboles” . Asimismo, menciona el acicalamiento de los totonacas, su manejo del otomí, del náhuatl y de la lengua de los huastecos. Los considera “curiosos y buenos oficiales de cantores” y bailarines “con gracia y lúcidos meneos”.
En su Monarquía indiana Juan de Torquemada dedica un capítulo a la descripción del señorío de los totonacas, y expone algunas noticias sobre su origen y gobernantes. Describe Cempoala como “grandísima población y de grandes edificios [...] que parecía un delicioso paraíso”, en el contexto de la presencia de Cortés en la ciudad, antes de partir para México-Tenochtitlan. El apunte de Torquemada sería utilizado por Alfonso Caso en su ensayo sobre los calendarios de los huastecos y totonacas, en el cual concluye que éstos “llamaban a los individuos con nombres calendáricos, probablemente por el día en que nacían”. Bartolomé de las Casas, en su monumental Apologética..., describe el culto entre los totonacas a partir de la información que le proporcionara el paje Francisco Ortega, el mismo que cuando tenía 12 años de edad fue encomendado por Cortés a Chicomácatl (“el cacique Gordo de Cempoala”) para que aprendiese la lengua totonaca. El texto comenta el ritual de circuncisión que los sacerdotes practicaban a los niños a los 28 días de nacidos, “encima de una piedra [...] con un cuchillo de pedernal”. Por otra parte, indica que “esta gente como otras muchas de la Nueva España no solían sacrificar hombres, sino animalejos, hasta que vinieron los mexicanos, que introdujeron poco a poco en todas aquellas provincias este sacrificio, ni tenían más de al sol por dios...
Félix Báez-Jorge. Miembro del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV, del Sistema Nacional de Investigadores, así como de la Academia Mexicana de Ciencias. Su última publicación se titula El lugar de la captura (simbolismo de la vagina telúrica en la cosmovisión mesoamericana, 2008)
Báez-Jorge, Félix, “Cempoala, Veracruz”, Arqueología Mexicana, núm. 99, pp. 32-39.
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