Deidades ambivalentes

Élodie Dupey García

Vientos de creación, vientos de destrucción. Los dioses del aire en las mitologías náhuatl y maya

La ambivalencia de los dioses del viento: de la creación a la destrucción

Además de crear el cosmos y de garantizar su estabilidad al sostener el cielo, los dioses del aire eran concebidos como los responsables de los cataclismos que, periódicamente, conducían a la destrucción del mundo. Los Bakab, por ejemplo, desempeñaban un papel significativo en los apocalipsis mayas. Los libros de Chilam Balam indican que no sólo anunciaron el fin del mundo al sacudir sus sonajas, sino que causaron el diluvio que devastó el mundo. El libro de Chilam Balam de Maní, en especial, cuenta que un Bakab, con el aspecto de la divinidad abeja Ah Muzencab, “le dio la vuelta al cielo y al territorio del Petén, resultó un gran cataclismo y las edades terminaron en un diluvio”. Esta misma fuente cuenta que el Bakab rojo del este es el que “se dio la vuelta” y, de acuerdo con Alfredo López Austin, este movimiento pudo provocar la caída del cielo sobre la tierra. Ese pasaje del Chilam Balam de Maní encuentra, en efecto, un eco en la creencia contemporánea según la cual los portadores del cielo se cansan de estar siempre en la misma posición y se mueven de vez en cuando, provocando terremotos. Respecto del papel desempeñado por los dioses del viento mayas en el fin del mundo, vale la pena mencionar también el mito lacandón que relata cómo, en el momento del diluvio, el Señor Rojo de los Vientos arrancó todos los árboles antes de que empezara a llover hasta que la tierra estuvo cubierta de agua. Entre los nahuas, los dioses a los que se atribuía la creación del mundo, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, eran igualmente a los que se acusaba de haber aniquilado, en varias ocasiones, el universo y sus criaturas, al provocar catástrofes naturales y sobrenaturales. A Quetzalcóatl, en particular, se le imputaba, al igual que al Señor Rojo de los Vientos lacandón, haber desatado vientos tan violentos que terminaron con el Segundo Sol, en tanto que los hombres que vivían en aquella época se convirtieron en monos. Más en general, su lucha contra Tezcatlipoca –un dios que, por cierto, se llamaba también Viento Nocturno–  desembocó en la destrucción de las edades anteriores a la época en que pensaban vivir los nahuas del Posclásico.

Imagen: Izquierda: Narración del nacimiento de Quetzalcóatl, a partir del soplo de Tonacatecuhtli. Códice Telleriano-Remensis, f. 8v. Foto: Bibliothèque Nationale de France. Derecha: Destrucción de la segunda era cósmica, el Sol de Viento, por una tempestad desatada por Quetzalcóatl, quien se ve, en la parte superior, con forma de astro solar y serpiente emplumada. Los hombres que vivían en aquella época fueron convertidos en monos por las ráfagas de viento. Códice Vaticano A, f. 6r. (detalle). Digitalización: Raíces.

 

 

Élodie Dupey García. Investigadora del IIH de la UNAM. Doctora en historia de las religiones por la École Pratique des Hautes Études de París. Se especializa en la historia cultural del México prehispánico, principalmente en las categorías, creencias y prácticas resultantes de la interacción del hombre con su entorno en la cultura náhuatl prehispánica.

Dupey García, Élodie, “Vientos de creación, vientos de destrucción. Los dioses del aire en las mitologías náhuatl y maya”, Arqueología Mexicana, núm. 152, pp. 40-45.

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