El penacho de Motecuhzoma

 

Carmen Aguilera

El penacho apareció en el Altiplano Central en tiempos toltecas como parte del atavío de Quetzalcóatl, su dios patrono, simbolizando tanto señorío como guerra. Los mexicas adoptaron el quetzalapanecáyotl y su simbolismo.

 

En el Códice Magliabechiano, el dios Quetzalcóatl lleva varios tocados elaborados con materiales preciosos, de los cuales el más grande y vistoso es el de la página 89. Se trata de un resplandor de plumas verdes largas, con una parte central más alta. El dios aparece representado como guerrero -con escudo, flechas y átlatl en forma de serpiente- y realizando una danza guerrera. Esta acción se señala mediante un círculo de huellas de pies, el cual indica el rodeo preliminar usualmente ejecutado por los guerreros antes de asestar el primer golpe.

El penacho de plumas de Quetzalcóatl como el arriba descrito recibe en náhuatl el nombre de quetzalapanecáyotl, “la quetzalidad de los apanecas”, según Zelia Nuttall (1892). Representa un quetzal completo con las alas extendidas; el cuerpo es la parte de plumas más alta, al centro, con la cola hacia arriba y la cabeza, que tenía un pico de oro que desapareció, hacia abajo (Nuttall, 1904, p. 11).

 

El quetzalapanecáyotl en tiempos toltecas

En tiempos toltecas, durante el gobierno de Huémac –último gobernante y encarnación de Quetzalcóatl-, ocurrieron los engaños de Titlacauan, una advocación del dios Tezcatlipoca, con los que asoló a los toltecas a fin de apoderarse de su imperio. Uno de sus últimos engaños fue el del toueyo, “extranjero”, que se apareció en el mercado de Tula como un nativo de la Huasteca que vendía chiles y deseaba casarse con la hija de Huémac (Códice Florentino, 1979, vol. 1, lib. III, f. 14r).

Los súbditos nobles de Huémac no vieron con buenos ojos que la hija de éste se casara con un extranjero – pues todos aspiraban a ese honor, por los beneficios que tal enlace conllevaba- y conminaron a Huémac a que se deshiciera del yerno indeseable. En el primer enfrentamiento participó el toueyo, como era costumbre, pero al llegar al lugar de batalla los guerreros toltecas lo abandonan a su suene para que muriera. El toueyo se queda solo pero convoca a sus enanos y jorobados, y con su ayuda vence a los enemigos. Regresa victorioso a Tula, para asombro de Huémac, quien sin embargo lo recibe con danzas y música y le ciñe la cabeza con el quetzalapanecáyotl (Códice Florentino, 1979, vol. 1, lib. III, f. 15r). Esta acción simboliza que el toueyo recibe de Huémac la investidura que lo identifica como su sucesor y jefe del imperio tolteca. Poco después, Huémac es obligado a salir de Tula; se embarca en el oriente en una balsa y desaparece o, según otra versión, se prende fuego y se convierte en el planeta Venus, no sin antes vaticinar que volvería en un año ce ácatl o uno caña. En la Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme, de fray Diego Durán, se ve a Huémac al abandonar Tula, como personificación de Quetzalcóatl, sentado sobre unas andas o una balsa de serpientes portando el quetzalapanecáyotl y cubierto con una manta roja, mientras su máscara característica se ve abajo.

 

El quetzalapanecáyotl en sus tiempos mexicas

Después de la caída de Tula, los pueblos que dependían de este imperio se dispersan y buscan un lugar para asentarse; los mexicas, uno de esos grupos, después de un largo peregrinar llegan a la Cuenca de México. En el códice conocido como Tira de la Peregrinación, resguardado en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, el último de los teomama o cargadores del dios aparece acompañado de un glifo con forma de quetzalapanecáyotl y la glosa escrita encima dice “quetzalapanécatl”, que quizá indique, además de su nombre, que llevará el penacho hasta que encuentre el lugar del águila encima del nopal.

El simbolismo del quetzalapanecáyotl relacionado con la guerra y el gobierno aparece en la narración sobre el toueyo. En tiempos mexicas continúa el mismo simbolismo. En la Piedra ele Tízoc, 1481-1486, elaborada durante su mandato, este gobernante aparece con el quetzalapanecáyotl, como guerrero vencedor. En el Códice Florentino se dice que el dios Sol portaba el quetzalapanecáyotl cuando cruzaba el cielo majestuosamente, acompañado por las cihuateteo que lo llevaban en andas, “todas aparejadas de guerra” y haciendo escaramuzas (Códice Florentino, 1979, vol. 2, lib. 6, f. 141r).

En la Historia... de Durán, Coyotlináhual, "su disfraz de coyote", también lleva el penacho de plumas de quetzal no por ser gobernante, sino porque es el patrón de los amantécah o trabajadores de las plumas, que son los que elaboran el penacho. En el Códice Borbónico (1980, pp. 26, 28, 36), el dios Quetzalcóatl aparece en las fiestas de tóxcatl, tlaxochimaco y títitl, armado y con el quetzalapanecáyotl.

En varias ilustraciones de la Historia... de Durán es todavía más claro el simbolismo específico del quetzalapanecáyotl. Los señores lo portan cuando están en batalla, pero llevan una diadema triangular de turquesas o xiuhuitzolli, “apuntada de turquesa”, cuando ascienden al trono para gobernar e impartir justicia. En una lámina se ve a Axayácatl -en esta ocasión portando la diadema de turquesas-, identificado por su glifo, un rostro con el signo de agua, y una cartela con una glosa en español que dice “Axayacatzin”. El señor está sentado en su tepotzoicpalli, “asiento señorial de respaldo”, dirigiéndose a sus súbditos. En otra lámina el mismo Axayácatl, ahora sólo identificado por su glifo, porta el quetzalapanecáyotl mientras combate y vence a los tlatelolcas.

 

Carmen Aguilera. Doctora en historia por la UNAM. Maestra en historia del arte por la UIA. Investigadora de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Autora de Códices de México(Conacyt, 2002).

 

Aguilera, Carmen, “El penacho de Motecuhzoma”, Arqueología Mexicana núm. 64, pp. 76-79.

 

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