El símbolo olmeca de “vegetación de tres puntas” y la fauna sobrenatural

Patricia Ochoa Castillo y Hugo Herrera Torres

Las expresiones plásticas de estilo olmeca incluyen imágenes de diferentes especies de animales. En algunos casos muestran características y símbolos que los transforman en seres híbridos o sobrenaturales. Al explorar su significado nos aproximamos a un código, o sistema de representación, que estuvo vigente durante gran parte del Preclásico.

En esta ocasión analizamos la figura de un conejo, excavado en un botellón procedente de Tlatilco; un felino grabado en una roca, localizado en Ticumán, Morelos, y la serpiente pintada en la cueva de Juxtlahuaca, Guerrero. Todos llevan el símbolo conocido como “vegetación de tres puntas” (Joralemon, 1990, p. 13) en la cola, y en el último caso también en la lengua. Existe también un rostro de jaguar-dragón inciso en una vasija de Tlapacoya, que tiene dicho motivo en el mentón.

Si bien el símbolo de “vegetación de tres puntas”, como su forma y nombre lo indican, alude a un brote de vegetación, es necesario preguntarnos: ¿cuál puede ser el significado de este motivo asociado a la fauna mencionada? Los siguientes párrafos buscan dar una respuesta a ese cuestionamiento.

Botellón negro pulido de Tlatilco

Por su forma y atributos, este pequeño botellón, con la figura de un conejo, corresponde a piezas similares recuperadas en depósitos rituales funerarios, asociados a entierros localizados en Tlatilco, asentamiento del Preclásico –ubicado en el occidente del lago de Texcoco– donde confluyen varias tradiciones claramente diferenciadas, entre ellas la olmeca. Hasta donde sabemos, el ejemplar lo adquirió Miguel Covarrubias –notable artista mexicano y gran conocedor del pasado prehispánico– como parte de un lote de piezas provenientes de dicho yacimiento, y en la actualidad se exhibe en la Sala Preclásico del Altiplano Central, del Museo Nacional de Antropología.

El conejo se ve de perfil en el cuerpo curvo del recipiente, en posición supina; en lugar de extremidades posteriores y cola, lleva un apéndice central y dos laterales, curvados en direcciones opuestas. El conejo cuenta, además, con un elemento rectangular, de contorno redondeado. Este motivo geométrico, consideramos, evoca al cosmograma olmeca, que alude a las cuatro direcciones del mundo, concepción inspirada en planos rectangulares, como el que usualmente tiene la milpa.

 

Patricia Ochoa Castillo. Arqueóloga por la ENAH, maestra en antropología y doctora en estudios mesoamericanos por la UNAM. Profesora-investigadora del INAH. Curadora de las colecciones del Preclásico en el Museo Nacional de Antropología.

Hugo Herrera Torres. Licenciado en arqueología por la ENAH y maestro en estudios mesoamericanos por la UNAM. Colabora con la curaduría de la Sala Preclásico del Altiplano del MNA e imparte en la ENAH la materia: “Olmeca: sociedad, estilo, iconografía y cosmovisión”.

 

Ochoa Castillo, Patricia y Hugo Herrera Torres, “El símbolo olmeca de ‘vegetación de tres puntas’ y la fauna sobrenatural”, Arqueología Mexicana, núm. 156, pp. 18-23.

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