El tzompantli de Loma de la Coyotera, Cañada de Cuicatlán, Oaxaca

Elsa M. Redmond, Charles S. Spencer

El hallazgo de un tzompantli frente al montículo principal del sitio de Loma de la Coyotera (300 a.C.-200 d.C.) fue parte de un proyecto de investigación cuyo objetivo era poner a prueba la hipótesis de que la Cañada de Cuicatlán fue conquistada alrededor de 300-100 a.C. por los zapotecos.

 

El proyecto arqueológico realizado en la Cañada de Cuicatlán, una zona de tierra caliente entre el valle de Oaxaca y el valle de Tehuacán, tuvo su punto de arranque en una de las lápidas del Edificio J en Monte Albán. En 1938, Alfonso Caso interpretó que en esas lápidas se encontraban registros de lugares conquistados por Monte Albán hacia finales de la fase Monte Albán I Tardío (300-100 a.C.) o al iniciarse la fase Monte Albán II (100 a.C.-200 d.C.). Joyce Marcus propuso en 1976 que una de las lápidas se refería a la Cañada de Cuicatlán en la región cuicateca, a unos 80 km de Monte Albán.

En la Cañada llevamos a cabo un proyecto arqueológico en 1977-1978, que diseñamos para poner a prueba la hipótesis de su conquista. Consultamos las fuentes históricas para obtener información sobre las estrategias de guerra y de conquista empleadas por los zapotecos en el Posclásico Tardío. Mediante un recorrido sistemático por la región y excavaciones realizadas en dos sitios, obtuvimos considerable evidencia acerca de su conquista y subyugación como provincia tributaria de Monte Albán. En la cronología que establecimos para la Cañada, la conquista ocurrió alrededor de 300 a.C., entre la fase Perdido (750-300 a.C.) y la fase Lomas (300 a.C.-200 d.C.). El periodo de dominio zapoteco duró hasta el final de la fase Lomas, alrededor de 200 d.C.

El sitio de Loma de la Coyotera fue una de las 14 comunidades establecidas sobre lomas en la Cañada de Cuicatlán, en la fase epónima Lomas, tras el abandono de las 12 aldeas ocupadas durante la fase Perdido. Las excavaciones en la aldea de Llano Perdido, al pie de Loma de la Coyotera, mostraron que esa aldea había sido destruida en una conflagración, durante la cual perecieron un individuo adulto de sexo femenino y otro de menos de cinco años de edad, cuyos restos óseos yacían sobre el piso de una vivienda, cubiertos por los escombros de adobe y barro quemado pertenecientes a los muros.

La nueva comunidad establecida en Loma de la Coyotera trajo cambios en los patrones residenciales y las actividades económicas de los habitantes. Un canal de riego fue construido para captar y conducir agua desde una barranca a lo largo de más de 1 400 m, hasta el mismo Llano Perdido, probablemente para aumentar la producción agrícola. Un basurero residencial de la nueva comunidad de Loma de la Coyotera contenía una cantidad considerable de restos carbonizados de coyol, zapote y ciruela. Tal cantidad de esos productos de tierra caliente en los depósitos de la fase Lomas contrasta con las cantidades obtenidas en los basureros de la fase Perdido. Suponemos que el aumento de esas frutas y nueces tropicales refleja un aumento en su producción durante la fase Lomas, quizás para satisfacer las demandas de tributo.

En un pozo de sondeo (T. 17) ubicado en la pequeña plaza frente al Montículo A, en el punto más alto del sector ceremonial del sitio, se descubrieron cráneos humanos a unos 50 cm debajo de la superficie actual. El pozo de sondeo fue ampliado a 3 m por 4 m y el depósito óseo fue designado Elemento 8. Determinamos que el Elemento 8 yacía sobre la superficie original de la pequeña plaza, en un depósito de escombros y tierra rojiza, el cual contenía cerámica de la fase Lomas. El Elemento 8 estaba formado por 61 cráneos humanos más una gran cantidad de fragmentos de cráneo. Al avanzar la excavación quedó de manifiesto que los cráneos se encontraban alineados hasta en cinco filas, viendo hacia abajo, con los frontales hacia el Montículo A, al norte, y los occipitales al sur. Hay que destacar que los cráneos fueron encontrados en mal estado de preservación, probablemente debido a su exposición a la intemperie. El hallazgo de un molde de poste carbonizado, de 14 cm de diámetro, en el centro de la fila más meridional de cráneos ayudó a considerar al conjunto mortuorio como un tzompantli  derribado. Se trataba de un andamio de postes clavados en la superficie de la plaza con vigas transversales sobre las cuales se montaban los cráneos. Por medio de su evaluación osteológica, el bioarqueólogo Richard G. Wilkinson pudo identificar a 57 adultos y 3 adolescentes de menos de 15 años de edad en la muestra de 61 cráneos. Asimismo, logró determinar el sexo de 18 adultos, según sus indicadores morfológicos: 9 eran femeninos y 9 masculinos.

 

• Elsa M. Redmond. Doctora en arqueología por la Universidad de Yale, Estados Unidos. Investigadora asociada al Mu-seo Americano de Historia Natural.


• Charles S. Spencer. Doctor en arqueología por la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Curador de arqueología mexicana y centroamericana en el Museo Americano de Historia Natural.

 

Redmond, Charles S. Spencer, Elsa M., “El tzompantli de Loma de la Coyotera, Cañada de Cuicatlán, Oaxaca”, Arqueología Mexicana núm. 148, pp. 70-71.

 

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