Hernán Cortes, ixiptlah de una deidad

Diana Magaloni Kerpel

El Apocalipsis en México. La historia de la conquista en el libro XII

El primer encuentro en las costas de Veracruz

Los capítulos segundo a quinto del libro XII presentan un evento fundamental: el encuentro entre Moctezuma, por medio de cinco enviados que lo representan, con Hernán Cortés en las costas de Veracruz. Las imágenes que ilustran este encuentro son significativas y muestran la forma en la que mediante pinturas los nahuas construyen una historia en la que los acontecimientos (la crónica) se tejen con la mitología (historia cósmica), para así darle una interpretación a los hechos desde el punto de vista de los tlamatinime (sabios) y los pintores (tlacuiloque), tiñendo esta historia con la tradición de in tlilli in tlapalli de la que hemos hablado anteriormente.

La primera pareja de imágenes enmarcadas en un rectángulo muestra a los enviados de Moctezuma que llegan en sus canoas y abordan el navío español. Una de las pinturas de la foja presenta el encuentro: del lado derecho se ven las canoas de las que han desembarcado los mexicanos; la imagen centra su atención en la interacción entre ambos grupos. Los mexicanos ofrecen a los españoles los regalos más preciados, y es notorio un abanico de plumas de quetzal que es un círculo del cual se desprenden las plumas. Cortés está sentado sobre una silla de cadera, y Malintzin, de pie, lo acompaña. Es importante observar que para los pintores, Cortés y Malintzin simbolizan juntos el poder. Cortés está sentado en la silla que simboliza el poder del rey de España –esta silla está presente en otros documentos pintados durante el siglo XVI, como se ve en la Tira de Tepechpan. Los enviados entregan regalos a Cortés. El texto en náhuatl describe cada uno de ellos: una máscara de mosaico de turquesas, un abanico de plumas preciosas, orejeras de serpiente hechas de piedra verde, un collar de cuentas de piedra verde del que pende un disco de oro, la capa negra que usa Tezcatlipoca, y sus sandalias de obsidiana, pendientes de oro en forma de caracoles para las piernas. Se describe que estos regalos son objetos preciosos que representan a los dioses: el arreglo de Quetzalcóatl, el de Tezcatlipoca, los adornos de los dioses del Tlalocan y los de Ehécatl, otra advocación de Quetzalcóatl (Florentine Codex, cap. 4, pp. 11-12).

La ofrenda de regalos es una estrategia por parte de Moctezuma para investigar quiénes son los extranjeros, cuál es su poder. Al mismo tiempo es entablar un diálogo de alto nivel. Sin embargo, la reacción de Cortés es completamente imprevisible para los mexicanos. Vemos en la imagen inferior que Cortés está ataviado ya con los regalos de los poderosos dioses prehispánicos. Se encuentra de pie (Códice Florentino, lib. XII, f. 415v). Su brazo alzado expresa que está hablando animadamente. El texto en náhuatl dice que Cortés expresa su inconformidad con los regalos, resultan poca cosa para él. Por esta razón ordena que los cinco emisarios sean tomados prisioneros y que les pongan grilletes en las piernas. La imagen retrata perfectamente esta situación, en este sentido es la ilustración de la crónica escrita en los textos. Ahora bien, mediante un análisis más acucioso podemos ver que estas imágenes tienen otro significado más profundo. Por ejemplo, Cortés de pie, con los adornos de los dioses, como el pendiente que cuelga de su cuello y los caracoles de oro en sus piernas, está representado de frente. Tiene un tamaño relativamente mayor que cualquier otra persona. Su postura corporal es la que usan los pintores para presentar a los ixiptlah, los representantes de los dioses, en el libro II. Por ejemplo, la imagen del ixiptlah de Tezcatlipoca visto de frente, con sus adornos, y su penacho de plumas. En la imagen del libro de la conquista vemos a Cortés de forma muy similar, de hecho, como lo plantea Alessandra Russo; en esta imagen el pintor lo retrata con plumas en el sombrero (cuando estaba sentado no las tenía), un importante símbolo de poder para los indígenas. (Alessandra Russo, “Plumes of Sacrifice: Transformations in Sixteenth- Century Mexican Feather Art”, RES Anthropology and Aesthetics, 42, 2002, pp. 226-250).

Comparando ambas pinturas, la del libro XII con Cortés y la de Tezcatlipoca en el libro II, entendemos que Cortés, ataviado así y de pie, es en realidad el representante, el ixiptlah de un dios mexicano. Este hecho debe ponderarse adecuadamente. El libro II del Códice Florentino nos informa que las atenciones a los ixiptlah de los dioses, como vestirlos y alimentarlos, es una forma de prepararlos para el sacrificio. Las atenciones son maneras de manejar el poder. No son actos de sumisión. Lo que han hecho los emisarios con Cortés es una investigación por medio de los regalos con que lo visten, de quién es este extraño ser y cuál es su poder. Los regalos evitan, en la mentalidad de Moctezuma, el conflicto, al mismo tiempo que establecen una relación adecuada entre seres poderosos. Por esta razón es importante observar en la imagen qué sucede con los emisarios, el bando contrario. El otro lado de la imagen presenta a los emisarios mexicanos convertidos en prisioneros, sometidos y sorprendidos, por ese ser poderoso que es Cortés. En el detalle se observa que el prisionero mexica recarga su cara sobre la palma de su mano en un gesto muy conocido. Si comparamos este gesto del enviado de Moctezuma hecho prisionero con la de Jesucristo Pensante en el grabado de Holbein el Joven, una de las más icónicas representaciones de Jesús en la Pasión, vemos que por medio del mismo sistema visual usado con la figura de Cortés, los pintores transforman a los enviados de Moctezuma hechos prisioneros en la importante figura sacrificial de Jesús. Es decir, los enviados se convierten en los ixiptlah de Jesucristo.

 

Diana Magaloni Kerpel. Doctora en historia del arte por la Universidad de Yale. Fue directora del Museo Nacional de Antropología. Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

Tomado de Diana Magaloni Kerpel, “El Apocalipsis en México. La historia de la conquista en el libro XII”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 90, p. 66-87