Las antiguas culturas mesoamericanas se desarrollaron en distintos ambientes, y establecieron una amplia gama de formas de relacionarse con la biota de los entornos ecológicos ocupados; de manera consustancial, generaron diversos sistemas perceptuales y cognitivos que les permitieron llevar a cabo la apropiación de la biota, manejarla e incluso domesticarla. La relación que estas culturas establecieron con estos elementos, muchas veces incluso trascendió el plano material, ya que plantas como el maíz, el cacao y el maguey resultaron tan imprescindibles para la subsistencia de estos pueblos, que por esta misma condición, al paso del tiempo, fueron consideradas ejes rectores de su universo, llegando incluso a ser sacralizadas.
En lo relativo a la cultura de los hongos silvestres, el incipiente desarrollo de las investigaciones arqueológicas y etnohistóricas no permite aún dimensionar en su justa medida las características precisas de dicha relación, debido a la complejidad que implica el estudio de estos organismos por sus condiciones perecederas y debido también a que, en muchos casos, estas prácticas fueron estigmatizadas y perseguidas ya entrada la conquista. Éste es el caso del uso del teonanácatl; es probable que éste haya estado bien consolidado, al menos entre las poblaciones originarias asentadas en ciertas regiones de la Cuenca de México y en Oaxaca, como dan cuenta diversos códices y documentos coloniales. Así, aunque Bernardino de Sahagún y Francisco Hernández, en sus monumentales obras, documentaron sólo una ínfima parte de ese pasado micocultural, es posible que los antiguos pueblos mesoamericanos hayan mantenido una intrincada relación con los hongos de su entorno, y que estos organismos estuvieran presentes, ineludiblemente, en muchos ámbitos de su cotidianidad.
Carlos Briones Pérez. Biólogo, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Miembro de la Red sin Fronteras de Estudiantes de Etnobiología y colaborador de la Red Temática del Patrimonio Biocultural.
José Alfredo Jiménez Rubio. Estudiante de biología de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Trabaja en el Laboratorio de Etnobiología, de esta misma Universidad.
Briones Pérez, Carlos y José Alfredo Jiménez Rubio, “Hongos y cultura en los distintos ecosistemas de México”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 87, pp. 34-35.