Instrumentos agrícolas e irrigación en Mesoamérica

Teresa Rojas Rabiela

Los instrumentos agrícolas

Como no podía ser de otra manera en una agricultura manual, los instrumentos de trabajo lo eran también y fueron manejados por los campesinos de Mesoamérica con notable destreza, y de esa manera compensaban una parte de la elevada inversión laboral. Entre los más importantes y generalizados estuvieron las hachas con hoja de pedernal, piedra o aleaciones de cobre, engastadas en madera. Se emplearon en la tala forestal cuando se abría un terreno al cultivo, o bien en la roza de la vegetación secundaria en los sistemas forestales o arbustivos ya estabilizados. Es posible que las hachas se enmangaran de otras maneras para emplearlas en tareas como los deshierbes y podas. Los instrumentos de cultivo propiamente dichos fueron básicamente de cuatro tipos, el primero de los cuales era el bastón o palo plantador de madera dura o endurecida al fuego, llamado en náhuatl uitzoctli, empleado sobre todo en los sistemas forestales con mínima alteración del suelo. Los otros tres se conocen con el nombre genérico de coas o uictin en náhuatl. Se utilizaron especialmente en los sistemas intensivos y de mediana intensidad, en los cuales el suelo se labraba en distintos grados. La gran mayoría eran de madera, pero a veces tenían hojas metálicas (de aleaciones de cobre) cuyos tamaños y diseños variaban. Los mejor identificados son los siguientes:

1) El uictli o coa de hoja, el de mayor uso y más ampliamente distribuido en Mesoamérica, tenía un mango que se extendía hasta formar una hoja plana más ancha, a veces como cuchillo, otras como triángulo o medio corazón. Era de uso múltiple puesto que además de usarlo en la agricultura, lo utilizaron en albañilería o para desazolvar canales.

 2) El uictli o coa grande a manera de pala, de una sola pieza de madera, tenía una hoja triangular en ángulo recto al mango, descrita como “coa grande que le dan con el pie”.

 3) El uictli axoquen o coa pequeña con mango zoomorfo a manera de palita corta, era de dos piezas, con un mango rematado con una figura tallada de mono, perro o ave.

Otros artefactos que posiblemente se usaron en la agricultura fueron las navajillas de obsidiana, las rozaderas, los instrumentos para extraer céspedes (similares a las hachuelas pero con mango largo), los mazos, cuchillos y punzones, pero no las macanas o macuáhuitl como erróneamente han afirmado algunos.

La irrigación

La irrigación fue sin duda el recurso que más influyó en el incremento de los rendimientos agrícolas, puesto que disminuía la incertidumbre en la agricultura de temporal y permitía cultivar tierras áridas con lluvia insuficiente, realizar más de un ciclo agrícola al año en climas templados y cálidos, o usar variedades más rendidoras de las plantas pero que requerían mucha humedad, entre otros beneficios.

Un mapa del regadío en el siglo XVI nos muestra que, con excepción de las regiones con alta precipitación pluvial de la vertiente del Golfo de México, la irrigación se practicó en gran parte del territorio agrícola de aquella época, ya fuera por no tener suficiente precipitación o bien para asegurar las siembras de temporal o aumentar los rendimientos. Los agricultores aprovecharon todas los recursos hídricos a su alcance y al de su tecnología, e incluyeron el caudal permanente o estacional de arroyos y ríos, el agua de lluvia, el agua subterránea con pozos someros, los parajes naturalmente húmedos y las áreas “rescatadas” con drenes (zanjas) en los pantanos y zonas inundables (chinampas y campos levantados). La irrigación por gravedad, por infiltración o “a brazo” con cántaro, fue la responsable de la ampliación de las superficies cultivables, tanto como del aumento de los rendimientos agrícolas. Su importancia fue tal que ha hecho pensar a diversos especialistas que pudo haber sido uno de los factores causales del surgimiento de la civilización y del Estado en Mesoamérica (Karl Wittfogel, Ángel Palerm).

El mapa muestra una constelación de sistemas hidráulicos de diversas escalas en la que predominan los pequeños y medianos, situados en los valles y llanuras intermontanos y en las laderas de algunas montañas, asociados con terrazas artificiales.

Teresa Rojas Rabiela. Etnohistoriadora, especialista en agricultura e hidráulica prehispánica y novohispana, en tecnología y organización laboral de la época de contacto y en fotografía histórica de indígenas y campesinos mexicanos. Investigadora titular del CIESAS.

Tomado de Teresa Rojas Rabiela, “Técnicas, métodos y estrategias agrícolas”, Arqueología Mexicana, núm. 120, pp. 48-53.

Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar: http://raices.com.mx/tienda/revistas-la-agricultura-en-mesoamerica-AM120