La cestería arqueológica de México

Gloria Martha Sánchez Valenzuela, Alejandra Quintanar Isaías

La conservación de objetos manufacturados con fibras duras

La recuperación de los objetos en las excavaciones arqueológicas es posible gracias a que el medio físico es favorable para su preservación, como en el caso de los ambientes extremadamente secos (cuevas o abrigos rocosos) o completamente anegados (cenotes, lagunas y depósitos inundados), ya que las condiciones de humedad y temperatura son estables, lo que evita el deterioro biológico. De igual forma, los medios donde existe poca o nula presencia de luz y de oxígeno retardan o reducen los procesos del deterioro fotoquímico, dejando a las fibras en un estado poco susceptible a la descomposición; es el caso de los contextos anegados, de los cuales existen pocos ejemplos en nuestro país, entre ellos el Cenote Sagrado de Chichen Itzá, la zona arqueológica del Templo Mayor o el túnel de Teotihuacan.

Hay más referencias de objetos que provienen de contextos secos, condiciones que se encuentran en las zonas áridas y semiáridas del norte de México, donde se ha recuperado la mayor parte de esta clase de patrimonio arqueológico. De todos los hallazgos arqueológicos de los que se tiene noticia, los objetos de cestería de mayor antigüedad son los recuperados de las cuevas de Ocampo y de Romero, en Tamaulipas, que datan de 7000 a 400 a.C., así como la cueva de Coxcatlán, en Tehuacán, Puebla, de entre 6500 a.C. a 460 d.C.

 

Gloria Martha Sánchez Valenzuela. Laboratorio de Conservación de Material Arqueológico de Origen Orgánico, Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, INAH.

Alejandra Quintanar Isaías. Laboratorio de Anatomía Funcional y Biomecánica de Plantas Vasculares, Departamento de Biología , UAM Iztapalapa.

Sánchez Valenzuela Gloria Martha, Alejandra Quintanar Isaías, “La conservación de objetos manufacturados con fibras duras”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 91, pp. 80-85.