La triple división del cosmos

Alfredo López Austin

 

En sentido vertical, el cosmos se concibe dividido en tres grandes niveles, cuya separación se relata en varios mitos. En ellos aparece un ser primordial, femenino, feroz y acuático, dibujado con mucha frecuencia en forma de cocodrilo; pero también es representado como un gran pez, particularmente como un pez-sierra, como un sapo dentado, como un camaleón, etc. No debe extrañar esta pluralidad de formas, ya que tanto la iconografía mesoamericana como la literatura oral recurren constantemente a imágenes que se refieren a los atributos de los seres y no necesariamente a los aspectos que pudieran calificarse como imágenes visuales de tipo naturalista o a descripciones lingüísticas de referencias retratísticas. Por ejemplo, un árbol cósmico se dibujó con doble tronco, con dos colores, con diversidad de flores, con ramales en movimiento helicoidal, con el tronco henchido de la ceiba o con otras muchas figuras, según lo que se quiso explicar en el contexto.

En la literatura mítica, el ser original, frío, femenino, acuático y terrible fue dividido en dos partes, que ocuparon sus posiciones inferior y superior, la tierra y el cielo. La apetencia de unión de ambas partes para recuperar su antigua integridad motivó la precipitación del cielo sobre la tierra, lo que ocasionó un gran diluvio. La solución dada por los dioses fue levantar de nuevo el cielo e impedir que se volviera a unir con la tierra. Para ello colocaron cuatro soportes, uno en cada extremo del mundo. De esta manera quedaron formados el piso inferior, el piso celeste y el piso intermedio, este último ocupado por las criaturas acuáticas, terrestres, volátiles, meteóricas y astrales. Cabe advertir que el ámbito de las criaturas está rodeado de un tiempo-espacio de carácter limitáneo donde se producen los tránsitos entre ecúmeno y anecúmeno.

Imagen:

Los tres niveles del cosmos: el cielo, dividido en nueve pisos, llamado Chicnauhtopan entre los nahuas (“los nueve que están sobre nosotros”); el nivel intermedio o Tlaltícpac (“sobre la tierra”), con cuatro pisos, y el inframundo, Chicnauhmictlan (“los nueve lugares de la muerte”), con sus nueve pisos. La figura de Cipactli: a) como pez sierra, en Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco; b) como serpiente, en un tocado maya; c) como cocodrilo, en el Códice Nuttall, lám. 75; d-e) como camaleón (Phrynosoma) en el Códice Laud, lám. 23, y en un tepetlacalli mexica del Museo Nacional de Antropología.

 

Alfredo López Austin. Doctor en historia por la UNAM. Investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM). Profesor de Posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM).

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Tomado de Alfredo López Austin, “7. El tiempo-espacio divino. La triple división del cosmos”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 69, pp. 33-34.